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AFANES DE RECIENTE DATA...<br />
JOSÉ ANTONIO MARTÍNEZ ÁLVAREZ:<br />
UN GRAN HISTORIADOR DE CELAYA Y LA REGIÓN<br />
Hubo un día en el tiempo en que José Antonio Martínez Álvarez llegó a este municipio,<br />
a la hora sin sombra pero la que más llena está de claridad. Desde niño lo acompañó el espíritu, la<br />
fe en la historia de los hombres. Su imaginación se nutrió con aquellos trenes que le traían el alba,<br />
distantes, íntimos, y la Revolución y cuantas guerras hubo en Guanajuato y México, de pólvora o<br />
trabajo, arte y ciencia, humillación y redención. Originario de Silao, donde nació en 1944, vino a<br />
<strong>Celaya</strong> a darle y darnos dignidad en el concierto de las páginas que la historia escribe o en esas<br />
otras crónicas que la eternidad tiene por suyas. Nadie como él para ser un cronista de sucesos y<br />
acciones habidas en las dimensiones temporales que se han ido y que de vez en cuando se recuerdan.<br />
Él hace su tarea como el fulgor a mano labra su presencia en cada gota de agua, cáscara de<br />
virio, piel de álamo o nube aventurera. El silencio es su cómplice, entiende la importancia de este<br />
ruido callado que es la virtud central de las personas que trabajan. Sube y baja las escaleras de los<br />
años, vehemente, anhelante, cargado de prodigios. Él sabe bien que las ideologías y las religiones<br />
nos separan, mientras los sueños y el sufrimiento nos acercan. Por eso se mantiene separado de los<br />
colores y las cruces, que se odian en un tablero imaginario. Nunca nadie como él hizo tanto por el<br />
rescate de un pasado que se antojaba intangible; casi imposible de ser retratado de cuerpo entero<br />
en las imágenes del canto que es el ahora, el hoy, el hasta siempre. Los libros de José Antonio lo<br />
lograron. Escribió tantos, que ahora nos sentimos orgullosos de él y su proeza. Yo nunca conocí a<br />
ningún otro escritor con semejante ahínco para la investigación de la memoria que es el pueblo, la<br />
sociedad, la tierra. Historiador en serio, por no decir en grande. Su metodología es la certeza con<br />
la que va desenterrando sociedades, acontecimientos, números, sin buscar los torbellinos del<br />
aplauso, porque el reconocimiento ya lo tiene. ¿Y quién no con tal cantidad de páginas escritas con<br />
la pulcritud, la imparcialidad y la paciencia con que sólo un Herodoto o un Tucídides lo harían?<br />
Celebro su presencia. Admiro su coraje. Todos los días subrayo su inteligencia y su cultura, pero<br />
más su generosidad y este valor humano.<br />
Desde sus inicios, la historia lo sedujo; fue zarandeado por este polvo de oro de los<br />
atardeceres de la fábula. Los temas griegos lo alentaron a caminar por las veredas del asombro. La<br />
mitología y la literatura nutrían su esencia de investigador infatigable. Todo un ejemplo vivo. Mil<br />
veces lo recuerdo buscándome aquí, allá, con un libro en la mano y un extraño esplendor en las<br />
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