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Las Raíces del Viento, Monografía de <strong>Celaya</strong><br />
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entre los soldados españoles y los indígenas aliados, lo mismo en los mezquitales y colinas, valles<br />
y llanuras: Natahhí, Huichapan, Querétaro, Apaseo, Huatzindeo, Izcuinapan y Tepecpan.<br />
GENERALIDADES<br />
Cuenta la Historia, que en épocas prehispánicas la región que hoy ocupa el territorio<br />
del estado de Guanajuato fue habitada por grupos purépechas, otomíes, pames, guamares, guachichiles,<br />
mexicas, jonaces copuces y otros. Pero hubo una leyenda de símbolos aciagos…, una profecía<br />
que, finalmente, se cumplió. Después de la Conquista española, al iniciarse las exploraciones<br />
por la tierra adentro, hacia 1522 Cristóbal de Olid y sus hombres llegaron hasta Pénjamo y Yuririapúndaro,<br />
el Lago de sangre en el decir de los purépechas, a los que, en señal de desprecio, aquéllos<br />
invasores le decían “tarascos”, es decir cuñados. Al año siguiente Juan de Villaseñor y Orozco<br />
recibió en encomienda la Estancia de Guango, que comprendía los pueblos de Puruándiro, Conguripo,<br />
Abasolo, Pénjamo y Cuitzeo. Asimismo se realizaron incursiones hacia Silao y lo que hoy es<br />
la ciudad de Guanajuato, al mando de los capitanes Juan de Jasso y Diego de Ibarra, a quienes se<br />
les entregaron vastas tierras en todo esto que hoy denominamos el Bajío.<br />
Pero no fue sino hasta 1533 cuando comenzaron las fundaciones de los primeros<br />
pueblos, después del de Acámbaro (19 de septiembre de 1526), y éstos fueron Apaseo y Yuriria. En<br />
1546 se cedió a Rodrigo de Vázquez la comarca deshabitada conocida como Quanaxhuato, Cerro de<br />
Ranas, en lengua de la nación purembe. Y en 1522 el propio Juan de Jasso descubrió las minas de<br />
ese lugar, y la ciudad, hoy capital, se fundó en 1557. Por otra parte, muy importantes para la<br />
conquista y pacificación de estos cerros, llanuras y colinas fueron las expediciones y batallas de los<br />
otomíes de Jilotepec, bajo las órdenes de Nicolás de San Luis Montañez y Fernando de Tapìa,<br />
Conin, indígenas otomites, ambos al servicio de la Corona. Seres inolvidables por haber traicionado<br />
y renegado de su gente, en la misma medida en que es y fue inolvidable el sanguinario conquistador<br />
Nuño Beltrán de Guzmán, quien en 1530 arribó a tierras guanajuatenses, causando innumerables<br />
daños tanto a indígenas como a españoles avecindados ya en estas comarcas. Después,<br />
debido a los continuos ataques de los chichimecas, Perros en Mecate, según el habla náhuatl (de<br />
chichi, perro; y mécatl, lazo o mecate), o Chupadores de sangre -según algunos otros-, se fueron<br />
fundando otras poblaciones en los alrededores del futuro paraíso, a saber: San Miguel el Grande<br />
en 1555; San Felipe en 1562, <strong>Celaya</strong> en 1571 y la Villa de León en 1576.<br />
EL PUEBLO OTOMÍ<br />
Los otomíes fueron testigos del florecimiento de Teotihuacan, Cholula, Tula y México-<br />
Tenochtitlan. Algunas veces se mezclaron con los fundadores de esos señoríos y, otras, se vieron<br />
sometidos a ellos. Mas por encima de todo, los otomíes han mantenido hasta el presente su propia<br />
identidad cultural. Menos abundantes que los testimonios dejados por otros grupos étnicos, han<br />
llegado hasta nosotros algunas muestras de su paso por la historia, diciéndonos que, no obstante<br />
sus infinitas adversidades, han sabido mantener su existencia siempre sonriéndole a la vida.