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Las Raíces del Viento, Monografía de <strong>Celaya</strong><br />
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sas celayenses. Sin faltar, por supuesto, el ingrediente de los comerciantes, que, con el mismo<br />
respeto, en las plazas y esquinas ofrecen algo de beber o de comer, estampas, velas, veladoras o<br />
algún otro recuerdo. El tema no es nuevo ni único de <strong>Celaya</strong>, ya en San Luis Potosí y Taxco, Gro.se<br />
llevaba a cabo desde los años cincuenta, mientras que en Europa data del siglo XII. Lo trascendente<br />
del asunto es que cada comunidad lo realiza a su manera, mezclando algunos elementos sincréticos<br />
para darle estilo y originalidad a la historia. En este sentido, la de <strong>Celaya</strong> es una Procesión del<br />
Silencio, digamos, normal, o casi normal, a diferencia de la de Taxco, que es realmente cruenta.<br />
Se ha condenado a la pena capital a un hombre justo. La tierra tembló a las tres. La<br />
humanidad entera ha sido redimida por esta sangre derramada y ahora, en cada ciudad, la gente lo<br />
recuerda rezando, llorando, vestida con los colores de la muerte, pero también de la esperanza.<br />
Primero va la imagen de Jesús, conocido a la vez como el Señor del Santo Entierro, después María,<br />
la del corazón siete veces atravesado por cuchillos. Y tras ellos las turbas investidas también de<br />
luto, con capuchas, capisayos, túnicas, cadenas y aun manojos de varas espinosas hiriéndoles las<br />
espaldas y los hombros. Flamean los estandartes de color morado, y los amarillos y los negros. Los<br />
pies que sangran y las rodillas escoriadas se dejan ver al paso de los fieles. Allí están para pedir<br />
perdón por ellos y por todos los que fueron redimidos en el Gólgota. El único rumor son las cadenas<br />
atadas a los tibillos de quienes apenas si pueden ya dar pasos bajo el inmenso peso de su fe.<br />
Un río de cruces negras recorre la ciudad. El viento ardiente agita los velos de las damas y hace<br />
temblar las llamas de las velas y los candiles que en cada gremio algunos portan. De pronto, se<br />
aprecia que todo se halla tinto en sangre, que el mundo entero gime y sufre bajo las plantas de<br />
tantos pies descalzos, purgando su destino o dándole una razón de estar tranquila a su conciencia.<br />
Todo es tristeza y soledad, pero al final, tras el rosario y algunos cánticos, los actores regresan a sus<br />
hogares, satisfechos por haber cumplido la penitencia, a conversar o ver la tele; y el pueblo se<br />
derrama asombrado de que ahora hubo más gente o que a lo mejor me animo también a salir yo el<br />
próximo VIERNES SANTO<br />
A las tres de la tarde<br />
el calor dio un par de brincos<br />
sobre nuestras cabezas<br />
y toda la sangre se hizo brasa.<br />
El ruido andaba de puntitas<br />
doblando calles,<br />
sólo la sombra de los mezquites<br />
estaba contenta<br />
con su respiración de espinas.<br />
La gente iba a esa hora<br />
con la lengua colgada de la sed,<br />
buscando un reloj<br />
para saber por cuál número