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Las Raíces del Viento, Monografía de <strong>Celaya</strong><br />
72<br />
En la actualidad, sobre uno de los muros del Palacio Municipal, hay una placa que narra escuetamente<br />
su tránsito por este suelo, al que seguramente encontró cálido y amable, efervescente y<br />
empobrecido a causa de la inequitativa distribución de la riqueza, la injusticia, el abuso, la miserable<br />
explotación hecha por los señores neofeudales. Era un día con los vientos pintados en el cielo<br />
y los bronces de sus campanas llamando a misa. Habrá dormido, comido y conversado un poco<br />
con los trabajadores de la Plaza, quienes lo habían visto entrar sentado en una modesta silla de<br />
posta, en compañía de otros cuatro hombres: Manuel Ruiz, Nicolás Pizarro Suárez y Sabás Iturbide,<br />
seguidos o precedidos por otro vehículo, en el que viajaba el resto de su comitiva, formada por<br />
José María del Río, León Guzmán y Juan José Baz, escoltados todos por un piquete de tropas, pertenecientes<br />
a las fuerzas que el gobernador Manuel Doblado envió a que lo recibieran hasta los<br />
límites con el estado de Querétaro.<br />
Juárez, Presidente de la República por ministerio de ley, durante 24 horas y sin ningún<br />
alarde hizo arder la humilde claridad de su persona en el esperanzado corazón de los liberales<br />
celayenses, quienes, tras haberlo visto continuar su viaje hacia la capital de Guanajuato el día 18,<br />
se regocijaron de nueva cuenta el 14 de febrero de aquel año, con la llegada del Ejército Liberal<br />
Constitucionalista, comandado por el general Anastasio Parrodi.<br />
Soneto<br />
De aquel dolor de niño mexicano,<br />
de aquella soledad hecha de viento,<br />
de aquel sencillo y dulce sentimiento<br />
viniste como lluvia de verano.<br />
Del valle donde pasta soberano<br />
el sol, trajiste todo un pensamiento<br />
que puso a la nación en movimiento<br />
y a ti en la luz del fuego más humano.<br />
Si vivo te llamaste la llanura,<br />
la sierra, el ser, el agua de las rosas<br />
nacidas al fulgor de tu figura,<br />
muerto sigues llamándote cultura<br />
de justicia y respeto por las cosas<br />
del derecho y revés de la criatura.