2010_CEOCB_monografia Celaya.pdf - Inicio
2010_CEOCB_monografia Celaya.pdf - Inicio
2010_CEOCB_monografia Celaya.pdf - Inicio
You also want an ePaper? Increase the reach of your titles
YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.
Las Raíces del Viento, Monografía de <strong>Celaya</strong><br />
168<br />
pintada con el oro nocturno de algún trigal del sueño. Octavio es un lugar donde se ven las almas,<br />
buscándose el atardecer en algún ojo, el árbol en el que el alba cuelga sus racimos de astros y se<br />
escucha crecer la hierba de la bondad en hojas de armonía y música que se dirige a pie hacia los<br />
oídos de la aurora. Octavio es un principio de libertad con las mejillas tormentosas. Una casa de<br />
líneas donde los círculos sollozan. Una terraza de rocío para que bajen a descansar los ánimos de<br />
quienes van y vienen cargados de sufrimientos por la tierra. Alguna vez, al regresar de sus periplos,<br />
fue víctima de los delincuentes en el Aeropuerto de la Ciudad de México. Pero el fruto de su serenidad<br />
derramó sobre esta mala suerte todo el poder de una dulzura insospechada, y pudo continuar<br />
en la existencia, haciéndonos el bien de decorarnos las palabras con el inconsumible sol de sus<br />
pinceles. Octavio Ocampo es único. Octavio Ocampo no se parece sino a su propia vida, que ha<br />
caminado sin dormir, pero soñando en lo que le sobra a la realidad que nos contiene. Una vez, en<br />
<strong>Celaya</strong>, se amarró a la cintura todo el color del fuego verde del mezquite cantado. Y la sonrisa del<br />
aire del Bajío se la embarró en sus labios. Desde entonces se puso a caminar y a contemplar las<br />
huellas del estío en el fulgor del agua. La Virgen le ha prestado sus caricias para que se haga niño,<br />
como Jesús, en cada nacimiento. Y Miguel de Cervantes todas las hojas viejas del calendario del<br />
Quijote, para que no se enfrente más que a los molinos de la Mancha.<br />
Los Presidentes posaron ante él sus páginas de historia; unos, con dientes de burro a la<br />
mitad de su tamaño; otros, con el resplandor de quienes supusieron que la inmortalidad se hallaba<br />
en su conciencia, rezándoles, hablándoles, mimándolos como una madre a su cordero. Los herederos<br />
de la facilidad de hacer felices a quienes los miran un instante, alzan la frente ante la voz callada<br />
del impacto que este creador, sin prisa, eleva entre pinceladas y paladas de luz en sombra y<br />
sombras de luceros para que las camelinas resplandezcan como un criadero de ojos sobre el muro<br />
sobre el que alguna vez sentaron los cimientos de la imaginación, antes de que ésta se volviera loca<br />
y anduviera por toda la casa como el viento que va azotando cosas.<br />
Alguna vez, en el paseo de la Castellana de Madrid (octubre de 1992), llegó corriendo a<br />
escucharme leer ante una multitud, Las puertas del mundo: una autobiografía hipócrita del Almirante,<br />
pero no pudo saludarme, no pudo estar conmigo. Hoy, desde esta Casa del Cronista de <strong>Celaya</strong>, le<br />
mando esta<br />
CANTATA ENDECAMÓRFICA<br />
PARA EL PINTOR OCTAVIO OCAMPO<br />
1<br />
De qué color, Octavio, es la memoria<br />
de Dios en esta forma del barbecho<br />
donde el arte profundo de su lecho<br />
se abraza con la imagen de tu historia?