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Historia de la Diócesis de <strong>Celaya</strong><br />
sí le respondieron en el mismo tono, pidiéndole no meterse más en los asuntos de la tierra, que<br />
mejor se dedicara al pastoreo (sic) de su rebaño, que era donde lo necesitaban y no en los asuntos<br />
de la autoridad municipal. Por levantar la voz, lo censuraron. Por defender a quienes todo lo soportan,<br />
lo acusaron de entrometido, arrogante, hipócrita, déspota. Todo esto fue la causa de que el 27<br />
de abril de 2008, el Presbiterio de <strong>Celaya</strong>, en un desplegado a la Opinión Pública, avalara y defendiera<br />
la postura crítica del obispo por sus múltiples señalamientos contra la corrupción, la injusticia,<br />
el desempleo, la inseguridad y todos los estragos del imperio de la soledad y la tristeza.<br />
Soneto<br />
Era una tarde espléndida cuando llegó a estos llanos<br />
de caminos y pueblos -todos trabajadores-,<br />
sembrador de esperanzas y de tantos sudores,<br />
venía con su cayado de pastor en las manos.<br />
Al soltar sus palabras como si fueran granos,<br />
vio que la buena tierra está en los pecadores,<br />
y en el alma es más dulce la miel de los amores<br />
cuando vagan los fríos huérfanos de veranos.<br />
A Lázaro, este obispo, le preocupa <strong>Celaya</strong>,<br />
entregado a tutearse con Dios que es buena gente,<br />
piensa que en esta diócesis su obligación se halla,<br />
dice que igual que el sol que llega hasta el Poniente,<br />
¡como todo guerrero va a morirse en la raya!,<br />
porque Cristo en el Gólgota se portó muy valiente.<br />
LA PROCESIÓN DEL SILENCIO EN CELAYA<br />
En marzo de 1962, dos celayenses: don Antonio del Olivar y el periodista don Francisco<br />
Jaramillo Borrego, viajaron a Sevilla, España, porque querían conocer, de cerca, cómo los españoles<br />
el Viernes Santo realizaban la Ceremonia del Silencio. Y fue al año siguiente que, junto con los<br />
padres carmelitas lograron que por primera vez se viera también en <strong>Celaya</strong> una procesión de<br />
personas vestidas ex profeso para velar y acompañar a la Virgen María en su dolor. Casi como en<br />
Sevilla, Toledo y Valladolid, la procesión inicia en el crepúsculo, con la aparición de un enlutado<br />
heraldo, el cual invita al recogimiento espiritual. Después, comienza el largo recorrido por las<br />
calles, de una doble columna de devotos agrupados por cofradías, hasta que terminan a las puertas<br />
de donde partieron, en silencio, por respeto al drama universal que allí se representa. A la fecha,<br />
se ha convertido quizá en la tradición más concurrida y admirada de todas las tradiciones religio-<br />
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