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Las Raíces del Viento, Monografía de <strong>Celaya</strong><br />
98<br />
EL DÍA EN QUE EN CELAYA HUBO TELEVISIÓN<br />
El 17 de junio de 1944 vino a México el ingeniero Lee Forest, a realizar estudios de suelo<br />
y aire para el montaje de la primera planta de televisión en la república mexicana, la radio ya era<br />
una regocijante realidad, sólo faltaban las imágenes, la aldea planetaria iba haciéndose más pequeña.<br />
La noticia anidaba en los corazones, provocando ensueños por ver un día en todas las ciudades<br />
tan maravilloso invento. Mientras tanto, en <strong>Celaya</strong>, la entonces poderosa Negociación Nieto y<br />
Compañía, S. A., continuaba vendiendo radios, para que nadie se quedara sin escuchar el desenlace<br />
del drama conocido como “Programa romántico Westinghouse”, transmitido por la XENC. A<br />
finales de 1953 ya se hablaba de que sería un hecho tal milagro, con la instalación de una antena<br />
ubicada en la cima del Cerro de Culiacán, de casi tres mil metros de altura. Se comentaba en las<br />
reuniones y en la plaza. El Bajío aún era muy oscuro. Pero ya se vivía con la esperanza de que<br />
pronto la gente sintonizara y viera personajes en una caja luminosa, comprada aquí o allá. Finalmente,<br />
el 4 de agosto de 1955, los lectores del periódico El Sol del Bajío se desayunaron con el<br />
comentario de que ahora sí en <strong>Celaya</strong> habría televisión. Y fue don Pedro León Chau (hoy también<br />
profesor de la Universidad de Guanajuato), talentoso periodista formado en las humanidades y el<br />
arte de escribir bien en la Legión de Cristo, allá en España, adonde había ido con el ánimo de hacerse<br />
religioso y tal vez santo, quien así lo redactó en su famosa columna Microsol. La gente hablaba<br />
de lo adelantados que iban ya los trabajados de la instalación de la antena y demás tecnologías<br />
propias de tan grandiosa empresa. Inclusive se aseguraba que para la próxima Navidad los<br />
celayenses ya contarían con el novedoso y ardiente ojo de cíclope que ya se asomaba a casi todo el<br />
mundo. Pero en 1955 no sucedió tampoco nada. Fue hasta 1956 cuando regresaron los rumores de<br />
que ahora sí, en dos meses, los hogares de la radiante Puerta de Oro del Bajío tendrían televisión<br />
gracias a una potente antena que se instalaba no en el Cerro de Culiacán, sino en el Zamorano, del<br />
estado de Querétaro. El 12 de mayo de aquel año, fue el propio magnate Emilio Azcárraga Vidaurreta<br />
quien hizo el anuncio de que la torre retransmisora del nuevo Canal 3 sería inaugurada el 16<br />
de junio, para que el Bajío disfrutara del sistema de video a partir del 10 de julio. Habló de su socio<br />
Rómulo O'Farril Jr., de las últimas pruebas y de cómo la torre, de 74 metros de altura, desde aquella<br />
cima iba a estar enviando la señal a todo el centro de México a través de los canales 7 y 9 del Distrito<br />
Federal, durante 12 horas diarias, de 10.15 a 14.00 horas y de 16.00 a la una del día siguiente.<br />
Explicó que el nuevo canal oficialmente llevaría las iniciales de XEWA TV 3, y que había tenido un<br />
costo real de 5 millones de pesos, "con la participación exclusiva de técnicos mexicanos", de acuerdo<br />
a las declaraciones que le hizo al Sol... La fecha se cumplió y el 12 de julio de aquel llovedor año,<br />
desde un aparato de 10,000 wats, comenzaron a fluir sonidos e imágenes de prueba hacia toda la<br />
región. Fueron tres días de expectante espera. Hasta que el día 15, en <strong>Celaya</strong> y el Bajío se pudo<br />
disfrutar de la televisión durante cinco horas, dando pie para que las tiendas se vieran muy concurridas<br />
a partir de las dos de la tarde, para ver a sus artistas favoritos o escuchar una bella canción,<br />
sin imaginar siquiera que a los dueños de las mueblerías y demás negociaciones comerciales donde<br />
hubiese un aparato receptor, se les iban a despertar las ambiciones de cobrar por ver, lo cual obligó<br />
a las autoridades del Municipio a decirle a cada propietario que de ser así, entonces habría que<br />
pagar un impuesto extra, con lo que se frenaron los avances que ya habían hecho, condenando a la