26.01.2019 Views

EL COLLAR DE LA REINA

El collar de la Reina, libro segundo sobre la revolución francesa de Alejandro Dumas. - 1848

El collar de la Reina, libro segundo sobre la revolución francesa de Alejandro Dumas. - 1848

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

—¿El rostro?<br />

—Sereno y noble.<br />

—¿El acento?<br />

—Ligeramente forastero. ¿Conocéis quizá a esa dama, monseñor?<br />

—¿Cómo puedo conocerla, señora condesa?<br />

—Por la manera con que me interrogáis, monseñor, o por la simpatía que todos los que<br />

realizan buenas obras sienten por los que también las prodigan.<br />

—No, madame, no; no la conozco.<br />

—Sin embargo, monseñor, si vos tenéis alguna sospecha...<br />

—¿Sospecha, yo?<br />

—Inspirada por este retrato, por ejemplo.<br />

—Ah... —murmuró el cardenal, temiendo haber ido demasiado lejos con sus<br />

sospechas—. Sí, este retrato...<br />

—¿Este retrato, monseñor?<br />

—Este retrato me hace el efecto de ser...<br />

—El de la emperatriz María Teresa, ¿verdad?<br />

—Yo creo que sí.<br />

—¿Entonces, pensáis...?<br />

—Creo que habéis recibido la visita de alguna dama alemana, quizá de las que han<br />

fundado una Casa de Caridad.<br />

—¿En Versalles?<br />

—En Versalles.<br />

El cardenal se calló, pero se veía que todavía dudaba y que aquella carterita en casa de<br />

la condesa había aumentado sus recelos.<br />

Lo que Juana no comprendía, lo que trataba inútilmente de explicarse era el recóndito<br />

pensamiento del príncipe, en el que sospechaba un lazo tendido con apariencias de<br />

cortesía. Ella sabía el interés que el cardenal ponía en los asuntos de la reina. Era un<br />

rumor de la corte, pero que no era un secreto para nadie el cuidado que ponían ciertos<br />

enemigos en prolongar la animosidad entre la reina y su gran limosnero.<br />

Ese retrato de María Teresa, ese tarjetero que el cardenal había visto tantas veces en sus<br />

manos, ¿cómo estaba en las de Juana, la mendiga? ¿Realmente había visitado la reina<br />

este pobre alojamiento? Si efectivamente lo había hecho, ¿no descubrió su personalidad<br />

a los ojos de Juana? ¿O, por un motivo cualquiera, ésta se callaba el honor que había<br />

recibido?<br />

El prelado dudaba. Dudaba ya la víspera. El nombre De Valois le había enseñado a<br />

mantenerse en guardia, y ahora no se trataba de una mujer pobre, sino de una mujer<br />

socorrida personalmente por la reina.<br />

¿María Antonieta era caritativa hasta ese punto? Mientras el cardenal forcejeaba con sus<br />

dudas, Juana, que no le perdía de vista y que ninguna reacción del príncipe se le<br />

escapaba, pasaba unos momentos angustiosos.<br />

El silencio, embarazoso para los dos, lo resolvió el cardenal preguntando:<br />

—Y la dama que acompañaba a vuestra bienhechora, ¿la visteis bien? ¿Podríais darme<br />

algún detalle?<br />

—Ah, sí, la vi perfectamente. Es alta y bella, en su rostro se advierte decisión y su piel<br />

parece de seda.<br />

—¿Y la otra dama no la nombró alguna vez?<br />

—En una ocasión, y por su nombre de pila.<br />

—¿Recordáis el nombre?<br />

—Andrea.

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!