26.01.2019 Views

EL COLLAR DE LA REINA

El collar de la Reina, libro segundo sobre la revolución francesa de Alejandro Dumas. - 1848

El collar de la Reina, libro segundo sobre la revolución francesa de Alejandro Dumas. - 1848

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

—Pero a menudo un agravio mortifica sin que nos afecte personalmente. ¿He molestado<br />

yo a alguno de los vuestros y por ello merezco las duras palabras que acabáis de<br />

dirigirme? Andrea, el retiro que habéis escogido, es un asilo contra las malas pasiones<br />

del mundo. Dios nos enseña en él la dulzura, la moderación, el olvido de las injurias,<br />

virtud de la que Él es el más puro modelo. Al venir aquí, ¿debo encontrarme con una<br />

hermana de Jesucristo o con una frente severa y palabras amargas como la hiel? Yo, que<br />

vengo como una amiga, ¿merezco los reproches o la animosidad velada de una enemiga<br />

irreconciliable?<br />

Andrea levantó los ojos estupefacta. Las palabras amistosas de la reina conmovieron<br />

sensiblemente a la hosca solitaria.<br />

—Su Majestad sabe bien— dijo en voz más baja—, que los Taverney no pueden ser<br />

enemigos suyos.<br />

—Comprendo que no me perdonéis haber sido fría con vuestro hermano— contestó la<br />

reina—, y tal vez él mismo me acuse de frívola y de caprichosa.<br />

—Mi hermano es un súbdito demasiado respetuoso para acusar a la reina— respondió<br />

Andrea.<br />

La reina se dio cuenta de que se haría sospechosa extremando la dulzura destinada a<br />

conmover a la novicia. Por eso se detuvo en sus manifestaciones.<br />

—Sea lo que fuese— dijo—, al venir a Saint-Denis para hablar con Madame, he querido<br />

veros para aseguraros que, tanto de cerca como de lejos, soy vuestra amiga.<br />

Andrea notó el cambio de matiz; a su vez temía haber ofendido a la que la acariciaba y<br />

más que esto temía haber puesto de manifiesto su dolorosa llaga ante la mirada<br />

clarividente de una mujer.<br />

—Vuestra Majestad me colma de honor y de alegría— dijo tristemente.<br />

—No habléis así, Andrea— contestó la reina estrechándole la mano—; me desgarráis el<br />

corazón. ¿Acaso podrá decirse que una miserable reina tiene una amiga, dispone de un<br />

alma, fija la mirada en unos ojos encantadores como los vuestros, sin sospechar que en<br />

el fondo de esos ojos existe el interés o el resentimiento? ¡Oh, Andrea!; tenedle envidia<br />

a estas reinas, dueñas de los bienes, el honor y la vida de todos! Ellas son reinas y<br />

poseen el oro y la sangre de los pueblos, pero el corazón, ¡jamás!, ¡jamás!. Del corazón<br />

no puede apropiarse nadie; es preciso que se entregue.<br />

—Yo os aseguro, señora— dijo Andrea conmovida por esta calurosa alocución—, que<br />

he querido a Vuestra Majestad tanto como es posible querer en este mundo.<br />

Y al decir estas palabras, sonrojada, bajó la cabeza.<br />

—¡Vos..., me habéis..., querido!— exclamó la reina recogiendo al vuelo esta palabras—<br />

. Así pues, ¿no me queréis ya?<br />

—¡Oh, señora!<br />

—No os pido nada, Andrea... Maldito sea el claustro que apaga tan pronto el recuerdo<br />

en ciertos corazones.<br />

—No acuséis a mi corazón— dijo vivamente Andrea—, porque ha muerto.<br />

—¡Vuestro corazón ha muerto! ¿Vos, Andrea, joven y bella, decís que vuestro corazón<br />

ha muerto? No juguéis con estas fúnebres palabras. El corazón no muere cuando se<br />

conserva esa sonrisa, esa belleza. No digáis tal, Andrea.<br />

—Os lo repito, señora; nada de la corte, nada del mundo puede existir ya para mí. Aquí<br />

vivo como la planta y la hierba; tengo alegrías que sólo yo comprendo. No es un crimen<br />

muy grande el olvido de las gloriosas vanidades del mundo. Mi confesor me felicita<br />

diariamente por ello; no seáis vos más severa que él.<br />

—¡Cómo! ¿Os halláis bien en el convento?— interrogó la reina.<br />

—Llevo con placer la vida solitaria.<br />

—¿No halláis nada aquí que os recuerde las alegrías del mundo?

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!