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EL COLLAR DE LA REINA

El collar de la Reina, libro segundo sobre la revolución francesa de Alejandro Dumas. - 1848

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—Cuando monseñor dice eso —dijo Beausire— es porque está seguro, porque Su<br />

Excelencia no regatea jamás.<br />

Pareció que Boehmer se ablandaba. Nada asegura más a los comerciantes desconfiados<br />

como un comprador que regatea.<br />

—Yo no podría —dijo, después de un momento de duda— suscribir ese precio sin<br />

tratarlo con mi socio.<br />

El embajador escuchó la traducción de Beausire y se levantó. Beausire cerró el<br />

cofrecillo y se lo entregó a Boehmer, quien dijo:<br />

—Hablaré de su ofrecimiento con Bossange, si Su Excelencia lo consiente.<br />

—¿Qué queréis decirle? —preguntó Beausire.<br />

—Que el señor embajador parece haber ofrecido quinientas mil libras.<br />

—Sí.<br />

—¿Su Excelencia mantiene ese precio?<br />

—Su Excelencia tiene una sola palabra —contestó, con petulancia, Beausire—, pero Su<br />

Excelencia no da un paso adelante si ve que se le obliga a regatear.<br />

—Señor secretario, ¿no comprendéis que debo hablar con mi socio?<br />

—Perfectamente, monsieur Boehmer.<br />

—Perfectamente —repuso en portugués el embajador, a quien Beausire le había<br />

repetido la frase de Boehmer—, pero necesito una respuesta rápida y concreta.<br />

—Monseñor, si mi socio acepta esa rebaja, yo la acepto de antemano.<br />

—Muy bien.<br />

—El precio es, pues, de quinientas mil libras.<br />

—Eso.<br />

—No hay más que decir —dijo Boehmer—, salvo la conformidad de Bossange.<br />

—Está bien.<br />

—Y también el modo de pago.<br />

—No tendréis la menor dificultad —dijo Beausire—. ¿Cómo queréis ser pagado?<br />

—Pues —dijo Boehmer, riendo—, si es posible, al contado.<br />

—¿Qué es lo que llamáis al contado? —dijo Beausire, fríamente.<br />

—Sé muy bien que nadie tiene un millón y medio en dinero efectivo —admitió<br />

Boehmer, suspirando—. Sin embargo, señor secretario, comprenderéis que debe mediar<br />

un adelanto en efectivo.<br />

—Muy justo —reconoció Beausire, y le preguntó a su compinche—: ¿Cuánto<br />

adelantaría Su Excelencia en dinero efectivo?<br />

—Cien mil libras —dijo el portugués.<br />

—Cien mil libras —dijo Beausire a Boehmer— a la firma del acuerdo.<br />

—¿Y el resto? —dijo Boehmer.<br />

—El tiempo que necesita una letra de cambio enviada de París a Lisboa por monseñor.<br />

—Ah —dijo Boehmer—, nosotros tenemos un corresponsal en Lisboa; escribiéndole...<br />

—Eso es —dijo Beausire, riendo irónicamente—; escribidle preguntándole si monsieur<br />

de Souza es solvente, y si Su Majestad la reina tiene crédito por cuatrocientas mil libras.<br />

—Monsieur —dijo Boehmer, confuso—. ¿Aceptáis o preferís otras condiciones? Las<br />

que el señor secretario ha propuesto me parecen aceptables. ¿Y respecto a los<br />

vencimientos de los pagos?<br />

—Habrá tres vencimientos, monsieur Boehmer; cada uno de quinientas mil libras, y el<br />

negocio será para vos un viaje interesante.<br />

—¿Un viaje a Lisboa?<br />

—¿Por qué no? Tocar un millón y medio en tres meses, ¿no merece que uno se moleste<br />

un poco?<br />

—Sin duda, pero...

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