26.01.2019 Views

EL COLLAR DE LA REINA

El collar de la Reina, libro segundo sobre la revolución francesa de Alejandro Dumas. - 1848

El collar de la Reina, libro segundo sobre la revolución francesa de Alejandro Dumas. - 1848

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

—Tú me arruinas a mí —replicó ella, a la vez que le enseñaba unas tenazas de hierro,<br />

dispuesta a reanudar el cuerpo a cuerpo. Pero Beausire se dijo que en vez de volver a los<br />

mamporros la desarmaría fácilmente acusándola, y le soltó este requiebro:<br />

—De ti me lo podía esperar todo, menos que te echases otro amante.<br />

—¿Y qué me dices de esas furcias que no te dejan ni a sol ni a sombra y que te<br />

acompañan a los tugurios donde te juegas el dinero?<br />

—Juego para vivir.<br />

—Y nos morimos de hambre.<br />

—No será porque tú ayudes en nada. No ganas ni para reponer el vestido que te rompo.<br />

—No, ¿verdad? —estalló ella, rabiosa y alegre—. Pues toma.<br />

Y arrojó al suelo un puñado de los luises que le dio el desconocido. Las monedas de oro<br />

rodaron con una sonoridad que enternecía, brillando como botones de fuego, y Beausire,<br />

ante aquel metálico cabrilleo, se quedó como si no creyese ni en lo que veía, ni en lo<br />

que oía. Anonadado, sorprendido, asustado, exclamó:<br />

—¡Luises, dobles luises!<br />

Olive tenía en la mano otro puñado de aquellas monedas, y las arrojó a la cara de<br />

Beausire, el cual no se ofendió, sino que le dijo:<br />

—¡Eres rica, mi Olive!<br />

—Para que digas que no puedo reponer mis vestidos.<br />

Beausire andaba de rodillas en la estancia, recogiendo luises, ebrio de entusiasmo.<br />

—Dieciséis, diecisiete, dieciocho...<br />

—Miserable.<br />

—Diecinueve, veintiuno, veintidós...<br />

—Cobarde.<br />

—Veintitrés, veinticuatro, veintiséis.<br />

—Infame.<br />

Al tercer epíteto, Beausire se levantó indignado y avergonzado, exclamando:<br />

—Muy bien, muy bien: mademoiselle coleccionando luises y yo privándome de todo.<br />

Un poco confundida, ella no supo qué contestarle.<br />

—Fantástico, ¿eh? Tú nadando en oro y yo con las medias rotas, con un sombrero viejo,<br />

con el cuello deshilachado, con los zapatos... ¿Pero de dónde vienen estos luises? Me<br />

gustaría saberlo, si es que puedes explicarlo.<br />

—¿Qué es lo que te atreves a pensar, asqueroso puerco?<br />

Beausire no se ofendió, y la miró sonriendo, casi como si le agradeciese sus insultos,<br />

diciéndole que le perdonaba las privaciones que le había hecho pasar.<br />

—Y querías matarme hace un momento.<br />

—Eso ya pasó. Una ofuscación, pero reconozco que eres una mujer de su casa, y una<br />

mujer de su casa sabe que él, yo, tiene derecho a administrar la riqueza.<br />

—Te digo que eres un miserable.<br />

—Mi pequeña Olive...<br />

—Y me vas a devolver ese oro.<br />

—Querida mía...<br />

—Me lo vas a devolver o te abriré un ojal en el pecho con tu propia espada.<br />

—Amor mío...<br />

—¿Sí o no?<br />

—Pues no, cariño; no consentiré que me ojales el pecho. Y lo que debes hacer es ser<br />

razonable, porque tú ya sabes lo feliz que es uno pudiendo dar. Yo he sido muy feliz<br />

cada vez que te he dado, Nicolasa.<br />

—No quiero que me llames Nicolasa.<br />

—Perdóname, cariño. Decía que yo te he dado siempre que he podido.

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!