13.05.2013 Views

Leer - IES Celestí Bellera

Leer - IES Celestí Bellera

Leer - IES Celestí Bellera

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

Viaje del Dr. K. a un sanatorio de Ríva<br />

guido de dos enfermeras. Por la tarde reinaba una atmósfera singularmente<br />

contenida en todos los salones de reunión, y durante el té el<br />

personal se comportó con una parquedad inusitada. Los huéspedes<br />

del sanatorio se miraban unos a otros con una cierta turbación, como<br />

niños castigados por sus padres a permanecer en silencio. A la cena<br />

faltó el vecino de mesa de la derecha del Dr. K., Ludwig von Koch,<br />

oficial de húsares retirado, que para él, entretanto, se había<br />

convertido en una especie de estimada institución con quien había esperado<br />

consolarse por la pérdida de la chica de Génova. Ahora ya no<br />

tiene ni un solo compañero de mesa, a la que se sienta completamente<br />

solo, como un afectado por una enfermedad contagiosa. A la<br />

mañana siguiente, la dirección del sanatorio divulga la noticia de que<br />

el general de división Ludwig von Koch, natural de Neusiedl, en<br />

Hungría, había fallecido durante las primeras horas de la tarde del<br />

día anterior. Como respuesta a las insistentes preguntas formuladas<br />

al doctor von Hartungen, el Dr. K. logra enterarse de que el señor<br />

Koch se había suicidado, precisamente con su vieja pistola del<br />

ejército. El doctor von Hartungen continúa diciéndole con un gesto<br />

inquieto que no acertaba a comprender cómo había conseguido<br />

dispararse al unísono al corazón y a la cabeza. Lo habían encontrado,<br />

desplomado en su sillón, con la novela que siempre había estado<br />

leyendo abierta sobre el regazo.<br />

El entierro, que tuvo lugar en Riva, el 6 de octubre, fue desconsolador.<br />

El único familiar del general von Koch, quien no tenía ni<br />

mujer ni hijos, no pudo ser avisado a tiempo. El doctor von Hartungen,<br />

una de las enfermeras y el Dr. K. fueron los únicos asistentes<br />

al sepelio. El cura, que enterraba a un suicida a regañadientes,<br />

desempeñó su cargo de carrerilla. El sermón fúnebre consistió<br />

exclusivamente en el único ruego de que Dios, en su infinita bondad,<br />

concediese a esta alma callada y oprimida —quest 'uomo piú taciturno<br />

e mesto—, la paz eterna, dijo el cura entornando los ojos en un gesto<br />

cargado de reproche. El Dr. K. se unió a este sobrio deseo, y después<br />

de que un par de palabras murmuradas hubieran<br />

127

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!