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Vértigo<br />
pared. Con los párpados hundidos, casi todo el tiempo sonríe bienaventurado<br />
para sus adentros. Sólo de vez en cuando es víctima de<br />
una contracción en el pecho. Entonces la madre, para tranquilizarle,<br />
le hace algunos signos en la superficie de su mano izquierda que<br />
reposa en su regazo, abierta como una hoja en blanco. El tren avanza<br />
montaña arriba. Poco a poco me encuentro mejor. Salgo al pasillo.<br />
Estamos en Bolzano. La tirolesa se apea del tren con su hijo.<br />
Cogidos de la mano, los dos se dirigen al paso subterráneo. Aún antes<br />
de que hayan desaparecido por completo, el tren se vuelve a poner en<br />
marcha. Ahora se percibe que comienza a hacer más frío. El viaje es<br />
más lento, menor la cantidad de las luces y la oscuridad más profunda.<br />
La estación de Franzensfeste pasa flotando junto al tren. Veo<br />
imágenes de una guerra pasada. Conquista de la cumbre del puerto<br />
—Vall'Inferno— 26 de mayo de 1915. Haces de fuego en las<br />
montañas y un bosque destruido a balas y cañonazos. Trazos de lluvia<br />
esgrafían las ventanas. El tren cambia una vía. El resplandor<br />
desvaído de las lámparas de arco cae al interior del compartimento.<br />
Paramos en el paso de Brenner. Nadie se apea y nadie se sube al<br />
tren. Los aduaneros, en sus abrigos grises, caminan fuera, sobre el<br />
andén, de uno a otro lado. La parada dura por lo menos un cuarto de<br />
hora. Al otro lado, las cintas plateadas de los raíles. La lluvia da paso<br />
a la nieve. Y sobre la zona prevalece una pesada quietud, interrumpida<br />
sólo por el bramido de animales anónimos que en alguna vía de<br />
maniobras sumergida en la oscuridad esperan a proseguir su<br />
transporte. La noche de los tiempos se prolonga mucho más que su<br />
propio día, y nadie sabe cuándo ha sido el equinoccio.<br />
En el verano de 1987, siete años después de esta huida de Verona,<br />
cediendo finalmente a una necesidad que desde hacía mucho tiempo<br />
me perturbaba, volví a recorrer el trayecto de Viena a Verona,<br />
pasando por Venecia, para examinar con mayor detenimiento los<br />
vagos recuerdos que me quedaban de aquella época llena de peli-<br />
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