You also want an ePaper? Increase the reach of your titles
YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.
Vértigo<br />
paglia, muy curioso, como tal vez piensen también los dos hermosos<br />
caballos que miran al caballero por encima del hombro.<br />
El camino de vuelta de la National Gallery a la estación de Liverpool<br />
Street lo recorrí a pie. Como no quería ir por Strand ni por la<br />
Fleet Street, crucé el laberinto de las calles más pequeñas por encima<br />
de este travesaño. Por Chandos Place, Maiden Lane y Tavistock<br />
Street llegué a Lincoln's Inn Fields, y desde allí, por el Holborn<br />
Circus y el Holborn Viaduct, al borde más occidental de la City. No<br />
podía haber andado mucho más de tres millas y sin embargo me<br />
sentía como si jamás hubiese hecho una marcha más larga que<br />
aquella tarde. No obstante, fui verdaderamente consciente de mi<br />
cansancio cuando, bajo la marquesina de una estación de metro<br />
desde cuyo interior afluía el familiar calor dulzón y polvoriento del<br />
mundo subterráneo, percibí de golpe el débil aroma de los ramos de<br />
crisantemos blancos y rojo púrpura, rojo rosado y rojo herrumbre,<br />
que un florista ofrecía en venta junto a la entrada, como Próspero,<br />
como una alucinación que le sobreviene a un remero cuando se halla<br />
muy lejos, mar adentro. En ese momento caí en la cuenta de que la<br />
estación de metro era justo aquella en la que, cuan-do pasaba por<br />
allí, nunca había visto subir o bajar a nadie. El tren se para, las<br />
puertas se abren, se mira hacia afuera, al andén vacío, se percibe con<br />
mucha claridad la advertencia mind the gap, por lo general apenas<br />
audible en el trasiego acostumbrado, las puertas se vuelven a cerrar y<br />
el tren se pone en marcha. Esto mismo y de la misma forma es lo que<br />
ha sucedido siempre que he pasado por esta estación, y ni siquiera<br />
una vez ha pestañeado uno de los demás pasajeros; al parecer estas<br />
circunstancias en efecto intranquilizadoras sólo me han llamado la<br />
atención a mí. Así que ahora estaba en la acera, ante la entrada de la<br />
susodicha estación y, para ahorrarme el esfuerzo del último trecho<br />
del camino, no tenía más que entrar en el oscuro vestíbulo en el que,<br />
a excepción de una mujer negra, muy oscura, sentada en una especie<br />
de taquilla en forma de casita, no se podía ver ni un alma. Quizá<br />
huelgue constatar que acabé por no en-<br />
200