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Vértigo<br />
cla intercediendo por los habitantes de la ciudad, con la cabeza inclinada<br />
hacia arriba, hacia el lugar donde transitan los ejércitos celestiales<br />
y que cuando queremos mirar nos dan una idea de cuanto<br />
acontece por encima de nuestras cabezas. Santa Tecla, ruega por<br />
nosotros, para que seamos liberados de toda adicción contagiosa y<br />
de una muerte imprevista, y seamos misericordiosamente redimidos<br />
de todas las embestidas de la corrupción. Amén.<br />
Cuando después de un afeitado apurado en la barbería de la estación<br />
salí a la plaza de la Ferrovia Santa Lucia, la humedad de la<br />
mañana otoñal aún se hallaba suspendida, muy densa, por entre las<br />
casas y sobre el Gran Canal. Con un cargamento muy pesado, de<br />
forma que la borda iba rozando el agua, se iba sucediendo una embarcación<br />
tras otra. Emergían de la niebla envueltas en un murmullo,<br />
rearaban el caudal verde gelatinoso y volvían a desaparecer en los<br />
vapores blancos del aire. Enhiestos e inmóviles, los timoneles se<br />
erguían en la popa. Con la mano en el timón, miraban fijamente hacia<br />
adelante, cada uno de ellos alegoría de la disposición a la verdad,<br />
me dije y, dejando atrás la Fondamenta me fui, conmovido todavía<br />
un buen rato por el significado que había asignado a los<br />
barqueros, pasando por la ancha plaza, después subí el Rio Terrá<br />
Lista di Spagna y crucé el Canale di Cannaregio. Quien se introduce<br />
en el interior de esta ciudad nunca sabe qué es lo que va a ver a<br />
continuación o por quién será visto al momento siguiente. Nada más<br />
salir alguien al escenario ya lo está abandonando de nuevo por la<br />
puerta de atrás. Estas breves apariciones son de una obscenidad<br />
verdaderamente histriónica y tienen en sí mismas, al mismo tiempo,<br />
algo de conspiración en la que se es incluido sin haber sido preguntado<br />
y sin haberlo pretendido. Si se va detrás de alguien por una<br />
callejuela, por lo demás vacía, no se requiere más que de una mínima<br />
aceleración del paso para meterle el miedo en el cuerpo a aquel a<br />
quien se está siguiendo. Se alternan confusión y un temor glacial. Fue<br />
por eso por lo que, con una cierta sensación de liberación después de<br />
haber estado caminando sin rumbo durante una hora bajo<br />
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