13.05.2013 Views

Leer - IES Celestí Bellera

Leer - IES Celestí Bellera

Leer - IES Celestí Bellera

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

Vértigo<br />

dero. Atravesamos la Via N. Torriani pasando por la Piazza Cincinnato,<br />

giramos a la izquierda en dirección a la Via San Gregorio y<br />

otra vez más a la izquierda por la Via Lodovico S., en la que nos<br />

detuvimos frente al hotel Boston, un edificio de aspecto no muy<br />

bueno y contrahecho. El conductor cogió su dinero en silencio. Por<br />

ninguna parte de la Via Lodovico S. se veía un alma. El taxi se<br />

perdió en la oscuridad. Subí el par de escalones que conducían al<br />

extraño hospicio y estuve esperando dentro, en el vestíbulo apenas<br />

iluminado, hasta que la signora, un ser casi completamente reseco de<br />

sesenta o setenta años, salió del cuarto de la televisión. Mantuvo su<br />

mirada de pájaro fija en mí, con escepticismo, mientras en mi italiano<br />

chapurreado le explicaba que no podía probar mi identidad porque<br />

había sufrido la pérdida de mi pasaporte y que estaba en Milán para<br />

que el consulado me expidiera uno nuevo. Nada más hube terminado<br />

mi historia llamó a su marido que atendía por el nombre de Orlando<br />

y que de igual forma salía balanceándose del cuarto de la televisión,<br />

donde, como la signora, había estado sumido en una honda<br />

penumbra. Me pareció que transcurría un tiempo increíblemente<br />

largo hasta que cruzó la pequeña antesala y se alineó en formación<br />

junto a su mujer detrás del alto mostrador de recepcionista que a<br />

ambos les llegaba casi a los hombros. Volví a comenzar mí historia<br />

desde el principio, e incluso a mí me parecía ahora increíble. Con<br />

una actitud a caballo entre la compasión y el desprecio, acabaron por<br />

entregarme una vieja llave de hierro con el número 513. La<br />

habitación estaba en el piso más alto. El ascensor, una cápsula<br />

estrecha, cerrada por una verja de metal chacoloteante, sólo llegaba<br />

hasta el cuarto, desde donde tuve que subir un poco más por dos<br />

escaleras traseras. Un pasillo demasiado largo para un edificio tan<br />

estrecho conducía, ligeramente escarpado, al lado de puertas de<br />

habitaciones que se sucedían en espacios de apenas más de dos<br />

metros. Pobres viajeros, se me pasó por la cabeza sin exceptuarme.<br />

Siempre en la dirección contraria. La llave giró en la cerradura. Un<br />

calor pesado, acumulado desde hacía días cuando<br />

90

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!