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Leer - IES Celestí Bellera

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All'estero<br />

pero en el reverso, para todo aquel que sabe que frecuenta caminos<br />

falsos, un seguro muy prometedor, verdaderamente alentador:<br />

UNA GUIDA SICURA PER<br />

LORGANIZZAZIONE DEL VOSTRO LAVORO.<br />

PIANTA GENERALE<br />

MILANO<br />

Salí del vestíbulo de la estación hacia el aire plomizo de la tarde.<br />

Los taxis de color amarillo regresaban a su parada, etéreos,<br />

procedentes de todas las direcciones, y se volvían a disipar con viajeros<br />

cansados que regresan a casa en su interior. Caminaba por entre<br />

las columnatas hacía la parte este, la parte equivocada de la estación.<br />

Debajo de los arcos, a través de los que se accede a la Piazza<br />

Savoia, colgaba un anuncio de Hertz con el rótulo LA PROSSIMA<br />

CoINCIDENZA. Aún seguía mirando este mensaje del que pensé que<br />

probablemente también se refería a mí, cuando dos hombres jóvenes,<br />

que hablaban con viveza entre sí, se dirigieron hacia mí en línea<br />

recta. No cabía la posibilidad de esquivarlos. Ya tenía su aliento en<br />

mi cara, vi, muy de cerca, la cicatriz nudosa en la mejilla de uno y el<br />

jaspeado en el ojo del otro, sentí sus manos debajo de mi chaqueta,<br />

palpar, sacudir y arrancar. Conseguí por fin liberarme de ellos y<br />

colocarme de espaldas a uno de los pilares del arco de la puerta<br />

cuando, girándome sobre los talones, blandí la bolsa que<br />

llevaba al hombro y les golpeé con ella. LA PROSSIMA COINCIDENZA.<br />

Ninguno de los transeúntes se había percatado del incidente. Pero yo<br />

vi a ambos agresores, agitando brazos y piernas de una forma muy<br />

extraña, como si se hubieran escapado de una de las primeras<br />

películas, desaparecer en la penumbra de entre las columnatas.<br />

Sentado en el taxi, me aferré a mi bolsa con ambas manos. A la observación<br />

que hice con la mayor indolencia que me era posible sobre<br />

lo peligrosas que eran las calles de Milán, el conductor respondió<br />

con un gesto de desamparo. Llevaba una reja en la ventana<br />

lateral y un abigarrado medallón de Nuestra Señora en el salpica-<br />

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