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Leer - IES Celestí Bellera

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All ' estero<br />

las ajetreadas figuras que allí abajo cruzaban el pavimento en todas las<br />

direcciones no podían ser sino auténticos milaneses y milanesas.<br />

Al anochecer me volví a poner de camino a Verona. El tren<br />

atravesaba velozmente el oscuro país en un tiempo brevísimo. Sin<br />

titubear esta vez me apeé en mi meta y, después de tomarme otro<br />

Kretzer en la cafetería de la estación y haber leído con atención los<br />

periódicos veroneses, pedí un taxi que me llevara a la Paloma de<br />

Oro, donde, contra todo pronóstico, era posible tener una habitación<br />

que en todos los sentidos fuese de mi máximo agrado y donde,<br />

acostumbrado a estar mal atendido, un portero que me recordaba a<br />

Ferdinand Bruckner y la gerente del hotel, que al parecer se encontraba<br />

ex profeso en el vestíbulo, me trataron con la gentileza más<br />

exquisita, de una forma no muy distinta a si ante ellos tuvieran el<br />

huésped de honor que desde hace mucho tiempo les había sido<br />

prometido y que ahora por fin acaba de llegar. No necesité presentar<br />

mi pasaporte sino que, sin más, me dieron el registro en el que me<br />

inscribí como Jakob 'Philipp Fallmerayer, historiador de Landeck. El<br />

portero cogió mi bolsa del suelo y me precedió por el camino que<br />

subía a mi habitación donde, después de que le hubiera dado una<br />

propina que con mucho excedía lo que mi situación económica me<br />

permite, se despidió con una reverencia. La quietud de la noche, que<br />

disfruté debajo del tejado de la Paloma de Oro, la cual me imaginaba<br />

cubierta de plumas como un ala coloreada en los más bellos tonos<br />

pardos y teja, rayaba, como el desayuno que le subsiguió y que<br />

recuerdo como algo majestuoso, el milagro. Lleno de confianza,<br />

como si a partir de ahora no pudiera dar un mal paso, a eso de las<br />

diez ya estaba recorriendo las callejuelas de la ciudad e<br />

inmediatamente me encontré delante de la Biblioteca Civica, donde<br />

quería trabajar durante el día. Pese a que una nota en el portal<br />

avisaba al público de que la biblioteca estaría cerrada durante los<br />

meses de vacaciones, la puerta de entrada estaba medio abierta.<br />

Dentro se hallaba todo sumido en una penumbra tan honda que al<br />

principio sólo podía avanzar a tientas. Después de haber estado<br />

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