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I1 ritorno in patria<br />
rra había aparecido en W., tenía una casa con su hermosa mujer<br />
quien a todas luces parecía despreciar el pueblo. Sallaba poseía un<br />
gran número de trajes elegantes y corbatas con alfileres. Pero era<br />
menos su vestuario en verdad extraordinario para W. que el hecho de<br />
tener una sola pierna y la asombrosa rapidez y virtuosidad con la que<br />
se movía con las muletas lo que a mis ojos le confería ese toque de<br />
hombre de mundo. De Sallaba se decía que era renano, designación<br />
que durante mucho tiempo ha perdurado en mí como un enigma y a<br />
la que he tenido por un rasgo de su carácter. Además de los Sallaba<br />
y de nosotros, en el primer piso vivía la dueña del Engelwírt, Rosina<br />
Zobel, que hacía algunos años había abandonado la regencia de la<br />
taberna y desde entonces permanecía el día entero en su cuarto,<br />
sumido en la penumbra. Se quedaba sentada en su sillón orejero, iba<br />
de un lado a otro, o estaba tumbada en el canapé. Nadie sabía sí el<br />
vino tinto la había hecho melancólica o sí por melancolía se había<br />
dado al vino tinto. Nunca se la veía trabajando; ni iba de compras, ni<br />
guisaba, ní se la veía lavar la ropa o limpiar la habitación. Una única<br />
vez la vi en el jardín, con un cuchillo en la mano y un manojo de<br />
cebollinos, mirando el peral recién cubierto de hojas. La puerta de la<br />
habitación de la dueña del Engelwírt no solía estar más que<br />
entornada, y a menudo entraba en su cuarto y me pasaba horas<br />
mirando la colección de postales que tenía dispuesta en tres grandes<br />
infolios. La tabernera que, con el vaso de vino en la mano, alguna<br />
vez se sentaba conmigo, de cada postal no decía más que el nombre<br />
de la ciudad que yo estaba señalando. Con el paso del tiempo esto<br />
derivó en una larga letanía topográfica de nombres de localidades<br />
como Coira, Bregenz, Innsbruck, Altaussee, Hallstatt, Salzburgo,<br />
Viena, Pillen, Marienbad, Bad Kissingen, Wurzburgo, Bad Homburg<br />
y Francfort del Meno. También había muchas postales italianas de<br />
Merano, Bolzano, Riva, Verona, Milán, Ferrara, Roma y Nápoles.<br />
Una de ellas, que muestra el cono humeante del Vesubío, no sé<br />
cómo ni de qué manera, fue a parar al álbum de mis padres y de ahí<br />
a mi propiedad. El tercer tomo contenía fotografías de ultra-<br />
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