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I1 ritorno in patria<br />
vió a Rastatt, a una academia de suboficiales, el estado de Peter<br />
empeoró a ojos vistas. De vez en cuando vagaba por el pueblo con<br />
un capote recortado de su mapa celeste, diciendo que, incluso<br />
durante el día, se podían ver las estrellas tanto desde lo hondo de<br />
un pozo como desde la cumbre de las montañas más altas, con lo<br />
que es probable que se consolara del miedo que ahora, cada vez<br />
que irrumpía la oscuridad que antes siempre había esperado con<br />
tanta impaciencia, le asaltaba hasta tal punto que se tapaba los<br />
oídos y daba golpes como un loco en torno a sí. Por eso en el<br />
primer rellano de la escalera le construyeron un pequeño habitáculo<br />
de madera iluminado desde el exterior en el que se le puso la<br />
cama y adonde iba por su propio pie a últimas horas de la tarde.<br />
El pabellón no se volvió a utilizar desde entonces. Sólo cuan-do<br />
se incendió el aserradero se acordaron otra vez de la atalaya.<br />
Todos, como entonces, subimos al pabellón, el clan de los Seelos y<br />
media vecindad, y todos estuvimos contemplando al enorme tizón<br />
llamear hacia el cielo e iluminar desde abajo la nube de humo que<br />
pasaba a lo lejos. Pero el tío Peter no estaba con nosotros. Aquel<br />
mismo año en el que se quemó el aserradero fue ingresado en el<br />
hospital de Pfronten, porque de pronto nadie, ni siquiera Regina,<br />
la más hermosa de los hijos de los Seelos y quien le inspiraba<br />
mayor confianza, podía lograr que se metiese algo de comida al<br />
cuerpo. Peter no dejó que le retuvieran en el hospital, sino que<br />
durante la primera noche se levantó y se marchó de allí dejando<br />
un papel en el que se dice que ponía: «Estimado señor Doctor: Me<br />
voy al Tirol. Afectuosamente, Peter Ambroser.» La búsqueda que<br />
a continuación se inició tras él no tuvo ningún éxito, y hasta el día<br />
de hoy no han conseguido dar con la más mínima huella suya.<br />
Los primeros días de mi estancia en W. no abandoné el Engelwirt.<br />
Atormentado de noche por los sueños y sin lograr descansar<br />
hasta la llegada del alba, me quedaba dormido, cosa que de<br />
lo contrario nunca me es posible, hasta el mediodía. Durante<br />
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