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Il ritorno in patria<br />
como «corresponsal en el extranjero» y había puesto mi complica-da<br />
dirección inglesa, pues cuándo y por qué motivo habría de venir a<br />
W. un corresponsal de extranjero inglés, en noviembre, a pie y ¡sin<br />
afeitar!, y querría ocupar una habitación en el Engelwirt por una<br />
temporada que no había especificado. La dama, de quien, estoy<br />
convencido, en caso contrario administra con gran competencia,<br />
producía una sensación de absoluta inseguridad cuando, al preguntarme<br />
por el equipaje, le respondí que me lo traería esa misma<br />
noche un aduanero del puesto de Oberjoch.<br />
Pese a los cambios arquitectónicos que se habían llevado a cabo<br />
en el Engelwirt podía constatar con exactitud que la habitación que<br />
me había sido asignada se encontraba en el mismo lugar en el que había<br />
estado nuestro salón y con la misma decoración que mis padres<br />
habían ido adquiriendo cuando, después de dos, tres años de rápido<br />
ascenso, ya podía considerarse libre de toda incertidumbre el hecho<br />
de que mi padre, admitido en el llamado ejército de los cien mil<br />
hombres durante la república agonizante y por aquel tiempo en<br />
vísperas de ser ascendido a jilmaestre, con la llegada del nuevo<br />
Reich podía contar no sólo con un futuro asegurado, sino con tener<br />
algún tipo de representación. Es probable que la adquisición de una<br />
decoración de salón adecuada al cargo que, según una prescripción<br />
tácita, correspondía con exactitud al concepto del buen gusto de una<br />
pareja media representativa de la sociedad sin clases que en aquel<br />
tiempo se estaba configurando, haya supuesto para mis padres,<br />
ambos de la provincia más recóndita, esto es, de W. y del bosque<br />
bávaro, y después de una juventud que en muchos sentidos no había<br />
sido fácil, el momento en el que empezaron a creer que había una<br />
justicia superior. Así pues, este salón consistía en un armario de<br />
pared de madera maciza en el que se guardaban los manteles, las<br />
servilletas, la cubertería de plata, los adornos navideños, y, detrás de<br />
las puertas de cristal de la vitrina, el servicio de té de porcelana<br />
china que, si no me equivoco, no se había utilizado ní una sola vez;<br />
en un aparador sobre el que, en un orden simétrico,<br />
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