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um Profesores, sed cum moderamine in culpataetutelage, nec tam fedulo circa animi cultum occupatisint, ut corporis curam neligant, sed bigae médiumquasi libramentum, ustineant, adeo ut Anima,& Corpus fideli contubernio, veluti Hospes, & Hospitator,mutua osscia fibi praestent, neque ad inviceme conterant.Scite quidem ac lepide Democritum dicere olitumPlutarchus tradit, quod si Corpus, O anima desceptarentad invicem de danono da o sore, quis sitdanofior, Hospes In Hospitator. Ac profecto inserutrosque peraro justa reperitur moderatio, etenim sicorporis robori nimis studeamus illud faginarido,humo affigimus divine particodam aura, si ingenioexcolendo ac ornando toti fimus, corpus contabelcit,recte igitur monebat Plato, ese corpus absqueanimo, & animum absque corpore exerceamus. Locumhunc claudamepida narratione Plutarchi exLibro de Praeptis salubribus, quem in Studiosorum&Politicorum gratiam se conscripside professus est,Atqui, si tille: bos conservo sue Cabelo, qui partehoneris sublebare cum nolebat; in vero, inquit, Oomnia bac mea bravi ortabis, quod mortuo co contigit.Haud alier accidis animo, qui dum panlulumlaxare, O remittere abnuit corpus, quod id requiris,mox febre aliqua, aut vertigine ingruente, dimissislibris, disputationibus, o studiis, unicum illo agrotare,O laborare compellitur.para evitar los ataques del frío. Plemp aconseja protegerse,en su ya mencionada obra “De la conservaciónde la salud de los togados”, del humo del candelabroy de los hálitos que exhalan continuamentela boca y el cuerpo, que llenan muy pronto el angostolugar y tornan el aire poco adecuado, inclusodañino, para la respiración, sobre todo si se empleanvelas de sebo, ya que sus vapores y sushumos infectan al estómago y a los lóbulos anterioresdel cerebro. Aquí también se debe mencionaraquel dicho de Hipócrates en que alaba “el sueñoabrigado en el frío”, donde coincidiendo con el sapientísimoVallés, se dice que es más sano dormiren recintos amplios y bien abrigado, ya que así serespira aire más puro. Igualmente considero que esmejor que los hombres d estudio realicen sus tareasen estancias amplias, mejor que en sótanos o enlugares angostos, incluso con la dureza del invierno,aunque, recordando a Hipócrates, siempre bienabrigados.Si caen postrados por las enfermedades antes descritas,como nefritis, dolores artríticos o cólicos,que son las cargas de los letrados, es necesario recurrira los remedios que sean más apropiados paraestas afecciones, y de los que los estamos bien provistosgracias a los distintos autores ya que no haestado en mi ánimo saturar este tratado con fórmulasde medicamentos.Los letrados, generalmente, son por herencia exigentesde carácter, y continuamente llaman y urgenpara que los médicos les prescriban remedios, especialmentepurgas y sangrías. Por esto declaro, enesta importante materia, que es saludable, por miexperiencia y mis observaciones. He comprobadoque los hombres de letras soportan mucho mejor laspurgas, incluso las enérgicas y repetidas, que lassangrías aunque sean leves. El estómago de los estudiosos,por las noches de vigilia, el desvío de losespíritus hacia otros lugares y la falta de templanzaen el estudio, sufre indigestiones con acidez; portanto los medicamentes catárticos, aunque seanenérgicos, se enervan por ese ácido excesivo; y sison blandos en demasía, provocarán, más bien, perturbacionesy no se obtendrán resultados.Pero todo esto exige un médico prudente, que valoreel estado, las dolencias y las fuerzas del enfermo.También lo observamos en los niños, que muchasveces, por exceso congénito de ácido, soslayan losefectos de los purgantes fuertes. No hay nada queaminore más la fuerza alcalina de los catárticos que236

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