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Comentario:Arnold Hauser, historiador del arte y sociólogo, ensu “Historia social de la literatura y el arte”,publicada hace más de 70 años, expone la tesis deque ninguna tendencia artística humana es fruto delcapricho o del azar, sino que responde siempre a lamodificación, casi siempre paulatina, dedeterminadas estructuras y factores, políticos,económicos o religiosos. También, supongo, que sepuede hacer extensivo a otras vertientes delconocimiento y, en general, de cualquier actividaden la que el hombre sea actor. Y sin embargo,salvando el abismo tecnológico, ¿qué nos separa dela Grecia clásica? ¿En qué difiere el pensamientode Aristóteles, Agamenón o Edumeo, que así decíaHomero que se llamaba el porquero de Ulises, delnuestro propio? ¿O es acaso que las íntimasnecesidades de esos hombres y de tantos otros decuyo nombre y vida no tuvimos constancia jamás,sean distintas a las nuestras? ¿Quizás ellos noamaron a sus esposas y a sus hijos? ¿No lloraron ycrisparon los puños cuando la fortuna les fueadversa? ¿No sintieron sobre sus hombros el pesodel tiempo y la presencia omnímoda y constante dela muerte? ¿Era diferente la intención de quien ayerempuñaba una espada de bronce a la de quien hoypilota un helicóptero de combate?A pesar de que el tiempo transcurre imparable, y apesar de que en los últimos 100 años la humanidadhaya avanzado en progresión geométrica, nada hacambiado de verdad, o cuando menos nada queataña de manera trascendental al espíritu, a esallama que insufla vida, que los griegos llamaronalma, y que otorga al hombre la cualidad de tal.Para unos se trata de un ente inmortal eimperecedero y para otros, entre los que yo mecuento, es, ¡¡simplemente!!, una sucesión dereacciones bioquímicas, que hace posible elpensamiento abstracto y por lo tanto lainteligencia.El conocimiento proporciona nuevas y más ricasperspectivas y donde antes se hablaba de magia ybrujería, hoy se conocen leyes físicas queposibilitan que miríadas de trillones demicropartículas se muevan e interaccionen entre síde una manera y no de cualquier otra. Se le hapuesto nombre y hasta rostro a las miasmas quecausaban pestes y cóleras y que algunos achacaban,nueva Sodoma, a los castigos que los cielosenviaban por los notorios y numerosos pecadoslos frutos obtenidos de la familia de los ácidos. Lasangría, por pequeña que sea, debilita sus fuerzas ydiluye con facilidad sus espíritus disipados por lasvigilias y las fatigas del estudio. En la biografía deP. Gassendi, célebre filósofo, podemos leer quemurió por las repetidísimas flebotomías que sufrió,procedimiento muy en boga entre los franceses.Es digno de observar que los letrados de las órdenesreligiosas, que son macilentos y achacosos, emplean,con alegría y con asiduidad, las purgas y losvomitivos, con polvo de cornaquino, cáliz heméticoy similares; en cambio se horrorizan cuando deabrir una vena se trata, por que saben sobradamente,que lo que más los daña es el lastre de humoresque almacena el estómago, y que la fuerza vital,residente en la sangre, está lánguida y debilitada.Dedíquense al cultivo de las letras los que profesanlas letras, pero con la mesura de una meticulosaatención, y no se ocupen con tanta intensidad delcultivo del espíritu desatendiendo el cuidado delcuerpo; procuren mantener el equilibrio entre losdos caballos, de manera que cuerpo y alma, en convivencialeal, como huésped y anfitrión, se den lasobligaciones mutuas y no se despedacen uno alotro.Plutarco refiere que Demócrito decía, con sabiduríae ingenio, que “si cuerpo y alma discutieran sobreel daño que se hacen mutuamente, sería inciertoquién resultaría más nocivo, si huésped o anfitrión”.Muy raramente se halla el equilibrio justoentre una y otro, pues si nos ocupamos demasiadoen el vigor del cuerpo alimentándolo en demasía,“fijamos a la tierra la partícula del aura divina”;pero si nos dedicamos por entero al cultivo y a lainstrucción del ingenio, el cuerpo se embota. Platón,por esto mismo, aconsejaba con rectitud queno ejercitáramos el cuerpo sin el espíritu ni el espíritusin el cuerpo. Concluiré este párrafo con unadeliciosa historias de Plutarea, de su libro “De lospreceptos saludables”, que dijo haber escrito sobreestudiosos y políticos. Cuenta que “Le dijo el bueya su compañero de obligación el camello, que noquería aliviarlo de parte su carga: Pronto llevarás tútoda la mía también, cosa que ocurrió cuando elbuey murió. Eso mismo le sucede al espíritu, que alnegarse a dar riendas y permitir lo que el cuerpo leexige, pronto, cuando sobrevienen fiebre o vértigos,y, desatendidos los libros, discusiones y estudios,enferma y padece él mismo”.237

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