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94 M. Serrano Ríos, L. Serrano Sordo<br />

recomienda al lector la bibliografía pertinente<br />

al final del mismo.<br />

En síntesis, son puntos críticos: a) evaluar<br />

globalmente al paciente; b) individualizar<br />

cada tratamiento; c) identificar precozmente<br />

los factores de riesgo y las complicaciones<br />

agudas y/o crónicas presentes; d)<br />

detectar y tratar los síndromes geriátricos<br />

asociados; e) valorar los riesgos potenciales<br />

y los beneficios de cada fármaco específico<br />

para el tratamiento de la DM, sus efectos<br />

adversos y cómo detectarlos-tratarlos.<br />

Igualmente, estimar sus interacciones con<br />

otros fármacos (estatinas, inhibidores de<br />

angiotensina y sus receptores, antidepresivos,<br />

etc.), así como el impacto sobre la eficacia<br />

terapéutica global de cada paciente<br />

individual.<br />

Sin embargo, cumplidas esas premisas,<br />

se debe siempre tener como objetivo controlar<br />

la hiperglucemia en límites bien precisados.<br />

Según las recomendaciones de la<br />

Asociación Americana de Diabetes (ADA),<br />

esos objetivos deber ser: en ayunas, 90-130<br />

mg/dl de glucosa con cifras de hemoglobina<br />

glicada inferiores a 7% e idealmente a 6%<br />

para lograr, teóricamente, una suficiente atenuación<br />

del impacto de la “glicacion de proteínas”<br />

sobre el desarrollo de las complicaciones<br />

macrovasculares. Rara vez, sin embargo,<br />

es recomendable alcanzar en el anciano<br />

este tan estricto nivel de HbA1c por sus potenciales<br />

riesgos (ej. hipoglucemia severa). Y así,<br />

en ancianos diabéticos “frágiles” se debe<br />

hacer siempre un compromiso entre beneficio<br />

y riesgo, lo que puede justificar objetivos<br />

de hasta un 8% para HbA1c glicada. Esta<br />

última decisión puede darse por circunstan-<br />

cias varias (edad muy avanzada, de más 85<br />

años, complicaciones múltiples, deterioro<br />

funcional y cognitivo global grave), que permitan<br />

presumir una reducción de las expectativas<br />

de vida del individuo en 5 años o<br />

menos. Del mismo modo, otros objetivos<br />

fundamentales son:<br />

a) La prevención de las “crisis hiperglucémicas”<br />

como el coma cetósico (menos<br />

frecuente) o el hiperosmolar (más<br />

común), o sus formas mixtas (relativamente<br />

más frecuentes).<br />

b) La prevención de la hipoglucemia ligera<br />

y, sobre todo, grave.<br />

c) Prevención de las complicaciones crónicas.<br />

d) Prevención y/o atenuación de síndromes<br />

geriátricos concomitantes: caídas frecuentes;<br />

subnutrición de micronutrientes<br />

(vitaminas B6-B12, ácido fólico), déficit<br />

en minerales (hierro, selenio), incontinencia<br />

urinaria, infecciones, deshidratación,“dolor”<br />

crónico, trastornos cognitivos,<br />

supresión de tabaco y alcohol.<br />

La educación diabetológica individualizada<br />

del paciente diabético anciano, y si es<br />

posible de personas en su entorno familiar<br />

y personal, constituye un recurso terapéutico<br />

esencial con grandes beneficios esperables<br />

en el manejo y tratamiento a largo plazo<br />

de la DM en el anciano. Pues, como indican<br />

Ribera Casado y Lázaro del Nogal, “hoy<br />

en día existen evidencias suficientes para<br />

poder afirmar que un buen control glucémico<br />

del anciano diabético va a reducir notablemente<br />

la aparición de la mayor parte de<br />

las eventuales complicaciones de la DM y de<br />

su gravedad…”.

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