Guía
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ximarse con cautela y en modo alguno de<br />
modo agresivo. Aquí es preciso subrayar<br />
que los beneficios potenciales de la pérdida<br />
de peso han de juzgarse en función<br />
del riesgo de perder “más masa muscular<br />
que grasa”, exagerando la habitual<br />
sarcopenia (“obesidad sarcopénica del<br />
anciano”) presente en la edad avanzada.<br />
El tratamiento de esta peculiar forma de<br />
obesidad en la persona anciana es, aún, difícil<br />
de sistematizar dada la dificultad de identificar<br />
y cuantificar la sarcopenia por criterios<br />
antropométricos. Las estrategias de actividad<br />
física con “entrenamiento frente a resistencia”<br />
de la musculatura esquelética son,<br />
quizás, las más efectivas para prevenir (y si<br />
es posible, atenuar o corregir) la sarcopenia<br />
del anciano, particularmente en ciertos territorios<br />
como la musculatura de la región glútea,<br />
esencial para la protección de las caderas,<br />
tan vulnerables (caídas-fracturas) en<br />
estas personas.<br />
Numerosos estudios clínicos demuestran<br />
que “una persona anciana con sobrepeso<br />
u obesidad puede exponerse a una<br />
muerte anticipada respecto sus expectativas<br />
teóricas de vida”si perdiera peso de modo<br />
incontrolado; y mucho más que si la pérdida<br />
ponderal se mantuviera estable. Por tanto,<br />
conviene tener en cuenta que los efectos<br />
de la pérdida de peso intencional o no intencional<br />
son diferentes, ya que según datos<br />
epidemiológicos fiables la primera circunstancia<br />
(pérdida intencional de peso) no solo<br />
parece carecer de impacto alguno sobre la<br />
mortalidad de la persona anciana con sobrepeso,<br />
sino que, podría hasta ser beneficiosa.<br />
Está justificado, por eso, recomendar como<br />
medida prioritaria una razonable pérdida de<br />
peso (~5% del inicial) si existe evidencia clínica<br />
de comorbilidades tales como DM2,<br />
hipertensión arterial o dislipidemia, bien aisladas<br />
o como integrantes de SM, la enfermedad<br />
obstructiva pulmonar crónica, la apnea<br />
El síndrome metabólico y sus componentes 89<br />
del sueño y/o la dismotilidad osteorticular,<br />
entre otras patologías.<br />
En general, puede esperarse que la reducción<br />
de peso así programada contribuirá a<br />
mejorar o “curar” la mayoría de esas comorbilidades<br />
con importante mejoría funcional<br />
y de calidad de vida del individuo. De modo<br />
complementario a las modificaciones en la<br />
dieta (hipocalórica) y en el estilo de vida, en<br />
el tratamiento del sobrepeso y la obesidad<br />
en la edad avanzada pueden considerarse<br />
otras opciones: fármacos, especialmente cirugía<br />
bariátrica.<br />
Fármacos<br />
«Las medicaciones y entre ellas cada nuevo<br />
fármaco debe ser aceptable si su perfil de<br />
seguridad está firmemente comprobado». Hay<br />
que insistir en que la medicación más segura<br />
y eficaz es paliativa; y que si se abandona,<br />
la obesidad retorna. Y que incluso muchos<br />
años después del uso de fármacos considerados<br />
seguros, pueden aparecer efectos adversos<br />
tan graves como para obligar a su retirada<br />
por la propia industria farmacéutica.<br />
Fármacos anti-obesidad: clasificación<br />
a) Fármacos supresores del apetito de<br />
acción central: Sibutramina, Rimonabant<br />
(ambos retirados)<br />
b) Reductores de la absorción intestinal de<br />
grasa: Orlistat (Xenical).<br />
c) Otros fármacos y otros mecanismos (en<br />
fase experimental):<br />
- Diana central: antagonistas de neuropéptido<br />
Y. Otros.<br />
- Dianas periféricas: Leptina, Obestatina,<br />
Antagonistas de Ghrelina.<br />
- Dianas a nivel subcelular/molecular:<br />
activadores del sistema PParDelta y<br />
otros.<br />
d) Dianas específicas sobre gasto energético:<br />
Rimonabant, Agonistas β-adrenérgicos<br />
y otros.