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El doblaje de voz. Orígenes, personajes y empresas - Salvador Najar

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<strong>El</strong> <strong>doblaje</strong> <strong>de</strong> <strong>voz</strong>. <strong>Orígenes</strong>, <strong>personajes</strong> y <strong>empresas</strong> en México<br />

Al poco tiempo <strong>de</strong> haber llegado a su hogar, se empezó a sentir tan mal que le pidió a su<br />

fiel sirvienta Vicky que llamara a un doctor. Esa misma madrugada la llevaron a un hospital<br />

<strong>de</strong> la Avenida Chapultepec. Ahí la atendieron y le diagnosticaron un grave problema<br />

cardíaco. Para la mañana siguiente se le veía un poco mejor, había esperanzas <strong>de</strong> una<br />

posible recuperación. Unos minutos antes <strong>de</strong> las tres <strong>de</strong> la tar<strong>de</strong> <strong>de</strong> ese sábado 4 <strong>de</strong> julio <strong>de</strong><br />

1959 y a pesar <strong>de</strong> los angustiados esfuerzos <strong>de</strong> los médicos que la atendieron, el amante y<br />

generoso corazón <strong>de</strong> Estrellita Díaz <strong>de</strong>jó <strong>de</strong> latir, para siempre.<br />

Sus restos, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> ser velados en la funeraria, con una tristeza generalizada, fueron<br />

inhumados en la tar<strong>de</strong> <strong>de</strong>l domingo siguiente, 5 <strong>de</strong> julio <strong>de</strong> 1959, en el Panteón Jardín.<br />

Entre los asistentes al sepelio nos encontrábamos: el señor Ken Smith y su madre, la señora<br />

viuda <strong>de</strong> Smith, el señor Richard Kelsey Tompkins y su esposa Lillian, Johnny Smith Díaz,<br />

<strong>Salvador</strong> Nájar, Edmundo Santos, Francisco, Gloria, Teresa, Jorge y Rafael Colmenero<br />

Villanueva, el Diputado Ramón Villareal, Juan Domingo Mén<strong>de</strong>z, John Manson III, Tomás<br />

Gameros, Carlos David Ortigosa, Narciso Busquets, Antonio el “Chato” Bustos, Raúl<br />

Casso, Jorge Moreno, Ezequiel Colín y Eduardo Strempler.<br />

También estuvieron ahí los señores Feliciano Zapata, Carlos Saucedo, Santiago Adame<br />

Mata, José Chávez (hijo), Antonio Uribe, Juan Manuel Pacheco, José Manuel Rosano,<br />

Eugenia Avendaño, Arturo Fernán<strong>de</strong>z y esposa, Carlos Guillermo Stevenson Monje<br />

(Guillermo Romano), Claudio Brook, Merce<strong>de</strong>s Pascual, Rogelio <strong>de</strong> Escobar, Francisco<br />

Larrué, Magdalena Ruvalcaba, Carlos Rotzinger, Roger López y muchos otros que sería<br />

largo <strong>de</strong> enumerar.<br />

Don Edmundo Santos y algunos <strong>de</strong> los presentes, en <strong>voz</strong> baja, le solicitaron al señor<br />

Dagoberto <strong>de</strong> Cervantes, nuestro caballeroso y culto actor, escritor y director <strong>de</strong> teatro y <strong>de</strong><br />

<strong>doblaje</strong> <strong>de</strong> <strong>voz</strong>, que pronunciara unas palabras <strong>de</strong> <strong>de</strong>spedida antes <strong>de</strong> que Estrellita bajase a<br />

la tierra que habría <strong>de</strong> guardar para siempre sus restos tan queridos.<br />

<strong>El</strong> maestro Dagoberto, con el rostro <strong>de</strong>macrado por el <strong>de</strong>svelo y la <strong>voz</strong> quebrada por el<br />

llanto, se disculpó casi en silencio, suplicando, murmurando que no se sentía capaz <strong>de</strong> hilar<br />

sus i<strong>de</strong>as <strong>de</strong> un modo conveniente. Otras súplicas se unieron a las primeras y el gentil señor<br />

De Cervantes, que socialmente no era una persona capaz <strong>de</strong> ofen<strong>de</strong>r a nadie con una<br />

reinci<strong>de</strong>ncia, se acercó a los restos y, con dificultad, expresó:<br />

“No es este un discurso oficial, ni una oración fúnebre <strong>de</strong> rigor… No habrá aquí, ahora, gala<br />

oratoria ni formalida<strong>de</strong>s; solemnidad quizás, porque el momento es solemne, pero sobre todo<br />

sentimiento. Eso sí, el sentir y el sentimiento, los sentimientos <strong>de</strong> todos: los nuestros. Tan es así<br />

que no sé si sabré expresarlo –el mío- como lo siento, en palabras. En éstas, que tratarán y<br />

preten<strong>de</strong>n expresarse por todos, y que son más bien para ella.<br />

–Estrellita: aquí hemos venido a acompañarte, mejor que <strong>de</strong>spedirte: a <strong>de</strong>jarte aquí… Estamos<br />

todos los que tú quisiste. Todos o casi todos. Y así, los que estamos aquí, te quisimos y te<br />

queremos todos. De no haber sido tan sorpresiva tu muerte, se habrían cruzado mensajes <strong>de</strong> tres<br />

naciones: <strong>de</strong> ésta <strong>de</strong> México, tu Patria <strong>de</strong> adopción, la que tú quisiste para ti; los <strong>de</strong> tu Patria <strong>de</strong><br />

origen, Cuba, y <strong>de</strong> los Estados Unidos <strong>de</strong> Norteamérica, en la que creaste lazos legales, artísticos y<br />

familiares.- Yo pensaba, al venir aquí, que a ti habría que <strong>de</strong>cirte, “hasta luego” con una canción,<br />

por la musicalidad <strong>de</strong> tu alma, y por como eras tú.<br />

www.salvadornajar.com [313]

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