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LIBRO DE CONCORDIA COMPLETO - Escritura y Verdad

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43] Además, la muerte de Cristo no es sólo satisfacción por la culpa, sino también por lamuerte eterna, según Ose. 13, 14: Oh, muerte, yo seré tu muerte. Monstruosa es pues afirmar quela satisfacción de Cristo redime de la culpa, y que nuestras penas redimen de la muerte, puestoque la expresión: Seré tu muerte se referiría entonces, no a Cristo, sino a nuestras obras, yciertamente no a las obras ordenadas por Dios, sino a las frías observancias inventadas por loshombres. Y de éstas se dice que destruyen la muerte, aunque se hagan estando en pecado mortal.44] No puede imaginarse el dolor con que enumeramos estos absurdos de nuestrosadversarios, que no pueden menos de despertar en quien los considera indignación contra estasdoctrinas de demonios que el diablo ha derramado en la Iglesia para oprimir el conocimiento dela ley y del Evangelio, del arrepentimiento, de la regeneración y de los beneficios de Cristo.45] Porque acerca de la ley dicen así: "Condescendiendo Dios con nuestra debilidad,concedió al hombre la medida de las cosas a las que está sujeto por necesidad, y ésta es laobservancia de los preceptos, para que con lo demás, esto es, con las obras de supererogaciónpueda satisfacer las ofensas cometidas. Aquí se imaginan los hombres que pueden cumplir la leyde manera que les es dado hacer más de lo que la ley exige. Pero la <strong>Escritura</strong> proclama pordoquier que estamos muy lejos de la perfección que la ley exige. Y, sin embargo, estos hombrespiensan que la ley de Dios no pasa de los límites de la justificación externa y civil, y no ven queexige un verdadero amor a Dios de todo tu corazón, etc., y que condena toda la concupiscencia enla naturaleza. Por lo cual nadie hace todo lo que la ley requiere. Es, pues, ridículo pensar quenosotros podemos hacer más. Porque si bien podemos hacer obras externas no ordenadas por laley de Dios, es no obstante vana e impía la creencia de que se ha satisfecho a la ley de Dios.46] Y las verdaderas oraciones, las verdaderas limosnas, los verdaderos ayunos, tienenmandamiento de Dios; y como tienen mandamiento de Dios, no pueden omitirse sin pecado. Perolas obras que no son ordenadas por la ley de Dios, sino que adquieren forma fija por humanaprescripción, son obras de las tradiciones humanas, y Cristo dice de ellas, Mat. 15, 9: Max envano me honran, enseñando doctrinas y mandamientos de hombres, como ciertos ayunosinstituidos, no para refrenar la carne, sino para honrar a Dios por esta obra, como lo dice Escoto,y sea compensada la muerte eterna. Asimismo, el número fijo de oraciones, la medida fija delimosnas, cuando se hacen de modo que sean culto ex opere operato, en que se honra a Dios y secompensa la muerte eterna. Atribuyen a estas obras satisfacción ex opere operato, porque enseñanque tienen eficacia aun en los que están en pecado mortal.47] Y hay obras que se apartan todavía más de los mandamientos de Dios, como lasperegrinaciones, de que hay gran variedad, porque uno hace el viaje revestido de cota y malla, yotro camina con los pies desnudos. A estas obras las llama Cristo honras vanas, y por tanto nosirven para aplacar el enojo de Dios, como lo dicen nuestros adversarios. Y, sin embargo, a estasobras se les honra con títulos magníficos, se les llama obras de supererogación, se les tributa elhonor de ser el precio que se paga por la muerte eterna.48] De este modo se las prefiere a las obras ordenadas por Dios. De este modo seobscurece la ley de Dios, primero porque se piensa haber satisfecho a la ley con obras externas yciviles, y segundo porque se añaden tradiciones humanas cuyas obras se prefieren a las obras dela ley divina.49] Se obscurecen, además, el arrepentimiento y la gracia. Porque la muerte eterna no seevita con la compensación de las obras: es ociosa y no tiene sabor a muerte en la vida presente.Otra cosa se ha de oponer a la muerte cuando nos tienta. Porque así como la ira de Dios se vencepor la fe en Cristo, así también se vence a la muerte por la fe en Cristo. Como dice Pablo, 1ª Cor.15,57: Mas a Dios gracias, que nos da la victoria por el Señor nuestro Jesucristo. No dice: Quenos da la victoria si a la muerte le oponemos nuestras satisfacciones.122

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