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LIBRO DE CONCORDIA COMPLETO - Escritura y Verdad

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daban limosnas, 1ª Cor. 16,1, haciendo obra santa, y sacrificio, y batalla de Cristo contra eldiablo, que trabaja para que nada se haga en alabanza de Dios.72] Vituperar obras como la confesión de la doctrina, las aflicciones, los oficios decaridad, las mortificaciones de la carne, sería ciertamente vituperar el gobierno externo de Cristoentre los hombres.73] Y en lo que a esto se refiere, hablamos asimismo de las recompensas y del mérito.Enseñamos que han sido propuestas y prometidas recompensas a las obras de los fieles.Enseñamos que las buenas obras son meritorias, no para conseguir remisión de pecados, la graciao la justificación (pues éstas tan sólo las conseguimos por la fe), sino para otras recompensascorporales y espirituales, en esta vida y después de esta vida, porque Pablo dice, 1ª Cor. 3, 8:Cada uno recibirá su recompensa conforme a su labor.74] A labores distintas, corresponderán distintas recompensas. Pero el perdón de pecadoses igual y semejante para todos, del mismo modo que Cristo es uno, y se ofrece gratuitamente acuantos creen que les son perdonados sus pecados por medio de El. Así pues, sólo se consiguepor la fe la remisión de pecados y la justificación, y no por obra alguna, como se ve por lostemores de la conciencia, pues no pueden oponerse a Dios obras nuestras de ningún género, comoPablo dice claramente, Rom. 5, 1: Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios pormedio de nuestro Señor Jesucristo: por quien también tenemos entrada por la fe, etc.75] Y como la fe hace hijos de Dios, nos hace también coherederos de Cristo. Porquecomo no conseguimos la justificación por nuestras obras, pues por la justificación somos hechoshijos de Dios y coherederos de Cristo, no conseguimos tampoco vida eterna por nuestras obras.Pero la fe la consigue, porque la fe justifica reconciliándonos con Dios. Se debe a los justificados,según el pasaje de Rom. 8, 30: A los que justificó, a éstos también glorificó.76] Pablo, Efe. 6, 2 sg., nos recomienda el mandamiento de honrar a nuestros padres conla mención de la recompensa que se añade a dicho mandamiento, pero no quiere decir que laobediencia a los padres nos justifica delante de Dios, sino que cuando se efectúa en los que estánya justificados consigue grandes recompensas.77] Sin embargo, Dios prueba a los santos de varias maneras, y dilata muchas veces larecompensa a la justificación por las obras, para que aprendan a no confiar en su justificación ysepan asimismo buscar la voluntad de Dios, y no las recompensas, como se ve en Job, en Cristo yen otros santos. Esto nos enseñan muchos Salmos, que nos consuelan de la felicidad de losimpíos, Sal. 37,1: No tengas envidia. Y Cristo dice, Mat. 5, 10: Bienaventurados los que padecenpersecución por causa de la justicia: porque de ellos es el reino de los cielos.78] Estas alabanzas de las obras mueven sin duda a los fieles a obrar el bien.79] Al mismo tiempo, se proclama la doctrina del arrepentimiento contra los impíos queobran mal, y se manifiesta la ira con que Dios amenaza a cuantos no se arrepienten.80] Así pues, ensalzamos y requerimos las buenas obras, y aducimos muchas razones porlas que deben hacerse. Pablo enseña lo mismo acerca de las obras, cuando dice, Rom. 4, 9 sg.,que Abraham recibió la circuncisión, pero no para ser justificado por ella. Porque por la fe yahabía sido justificado. Se le añadió la circuncisión, para que tuviese en el cuerpo una señal, yadvertido siempre por ella, ejercitase la fe, confesase su fe delante de los demás y moviese a otrosa creer mediante su testimonio.81] Por la fe Abel ofreció a Dios mayor sacrificio, Heb. 11,4. Y como era justo por su fe,agradó el sacrificio que hacía, no para conseguir por medio de esta obra remisión de pecados ygracia, sino para ejercitar su propia fe y manifestarla a los demás, moviéndoles a creer también.82] Aunque así es como deben las buenas obras seguir a la fe, de muy distinto modo sesirven de ellas los hombres que no pueden creer y tener la certeza en su corazón de que son70

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