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LIBRO DE CONCORDIA COMPLETO - Escritura y Verdad

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después que obre el bien, defendiendo a los pobres contra las iniquidades, como es el deber de unrey.142] Pero la justicia es la fe en el corazón. Además, los pecados son redimidos porarrepentimiento, es decir, quitando la obligación o la culpa, porque Dios perdona a los que searrepienten, como está escrito en Eze. 18, 21, 22. Y tampoco se ha de inferir de esto que Diosperdona a causa de las obras que se siguen, o a causa de las limosnas, sino que perdona por supromesa a quienes aprehenden la promesa. Y no la aprehenden sino quienes verdaderamentecreen y vencen por la fe al pecado y a la muerte. Los que han nacido de nuevo deben llevar frutosdignos de arrepentimiento, como dice Juan Bautista en Mat. 3,8. Por tanto, se añade la promesa:Tal vez será eso una prolongación de tu tranquilidad, Dan. 4, 24,27.143] Jerónimo añade aquí una partícula dubitativa que cae fuera de la cuestión, y defiendecon imprudencia en sus comentarios que la remisión de pecados es incierta. Pero nosotrosrecordamos que el Evangelio promete con seguridad la remisión de pecados. Y sería simplementeanular el Evangelio negar que debe prometerse con seguridad la remisión de pecados.Abandonemos, pues, a Jerónimo en este pasaje. Porque hasta en la palabra redimir se manifiestala promesa. Porque significa que el perdón de pecados es posible, que los pecados puedenredimirse, esto es, que puede quitarse la obligación o la culpa, y aplacarse la ira de Dios. Peronuestros adversarios, pasando siempre por alto las promesas, consideran tan sólo los preceptos, yañaden la humana opinión de que por medio de las obras se consigue el perdón, aunque el textono dice esto, sino que al contrario exige la fe. Porque dondequiera que hay promesa se exige la fe.La promesa no puede aceptarse sino por la fe.144] En verdad que las obras se les entran a los hombres por los ojos. Por naturaleza, larazón humana las admira, y como tan sólo percibe claramente las obras, ni entiende ni tiene encuenta la fe, y sueña por eso que las obras consiguen perdón de pecados y justifican. Esta opiniónacerca de la ley se adhiere por naturaleza a los ánimos de los hombres, y no pueden desecharlahasta que son divinamente enseñados.145] Pero debemos alejar de nuestra mente estas opiniones carnales y encaminarla a laPalabra de Dios. Vemos que se nos ha ofrecido el Evangelio y la promesa de Cristo. Por tanto,cuando se predica la ley, cuando se predican las obras, no debe rechazarse la promesa de Cristo.Al contrario, ésta debe recibirse primero, para poder obrar el bien, para que nuestras obraspuedan agradar a Dios, como lo dice Cristo, Juan, 15, 5: Sin mi nada podéis hacer. Por tanto, siDaniel se hubiera servido de estas palabras: Redime tus pecados con justicia, nuestros adversarioshabrían pasado por alto este pasaje. Pero como expresó al parecer este sentir con otras palabras,nuestros adversarios las tuercen en menoscabo de la doctrina de la gracia y de la fe, aunqueDaniel tenía mucho empeño en incluir la fe.146] Por tanto, a la cita de las palabras de Daniel respondemos que, pues predica elarrepentimiento, no se refiere tan sólo a las obras, sino también a la fe, como el relato mismo deltexto lo confirma.En segundo lugar, como Daniel menciona claramente la promesa, infiere necesariamentela fe que cree que los pecados son perdonados gratuitamente por Dios. Así pues, aunque en elarrepentimiento menciona las obras, no dice Daniel que por las obras conseguimos perdón depecados. Porque Daniel no habla sólo de la remisión de la culpa, pues en vano se busca laremisión de la pena si el corazón no ha conseguido primero la remisión de la culpa.147] Por otra parte, si nuestros adversarios tan sólo entienden que Daniel habla de la pena,nada hay en contra nuestra en este pasaje, porque ellos tendrían que confesar necesariamente queviene primero la remisión gratuita de los pecados y la justificación. Además, tambiénconcedemos nosotros que las penas con que se nos castiga se mitigan con nuestras oraciones y79

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