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LIBRO DE CONCORDIA COMPLETO - Escritura y Verdad

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250] En todos estos pasajes, y en todos los semejantes, en que se ensalzan las obras en las<strong>Escritura</strong>s, es necesario entender, no sólo las obras exteriores, sino también la fe del corazón,porque la <strong>Escritura</strong> no habla de la hipocresía, sino de la justicia del corazón con sus frutos.251] Cuantas veces se hace mención de la ley y de las obras, debe tenerse presente que nose puede excluir a Cristo el Mediador. Porque El es el fin de la ley, y dice, en Juan, 15,5: Sin mínada podéis hacer. Y hemos dicho que todos los pasajes referentes a las obras deben examinarsede acuerdo con esta regla. Por tanto, cuando se concede vida eterna a las obras, se concede a losjustificados, porque los hombres no pueden obrar el bien si no están justificados, si no obran pormedio del Espíritu de Cristo, y las obras no son aceptas sin Cristo y la fe, según Heb. 11,6: Sin fees imposible agradar a Dios.252] Cuando Pablo dice: Pagará a cada uno según sus obras, deben entenderse, no sólo lasobras externas, sino la justicia o injusticia comprendiendo toda la persona. Y así: Gloria a todo elque hace lo bueno, es decir, al justificado. Me disteis de comer, se cita como testimonio de lajusticia del corazón y de la fe.253] De este modo, la <strong>Escritura</strong> junta a un tiempo la justicia del corazón con sus frutos. Ymuchas veces nombra los frutos, para que los inexpertos lo entiendan mejor, y para significar quese exige nueva vida y regeneración, y no hipocresía. Pero la regeneración se consigue por la fe,en el arrepentimiento.254] Ningún hombre en su juicio cabal puede juzgar de otra manera, ni propondríamosaquí ninguna sutileza ociosa para separar los frutos y la justicia del corazón, si nuestrosadversarios reconocieran tan sólo que los frutos son aceptos por la fe, y por Cristo el Mediador, yque no son de por sí dignos de gracia y de vida eterna.255] Porque en la doctrina de nuestros adversarios, lo que censuramos es que por mediode estos pasajes de la <strong>Escritura</strong> interpretados al modo filosófico o judaico, anulan la justicia de lafe, y excluyen a Cristo el Mediador. De estos pasajes deducen que las obras merecen la gracia,unas veces de congruo y otras de condigno, es decir, cuando interviene nuestro amor, y quejustifican, y que como son justicia, son dignas de vida eterna. Este error anula manifiestamente lajusticia de la fe, la cual proclama que tenemos entrada a Dios por medio de Cristo, y no pornuestras buenas obras, y que por medio de Cristo, nuestro Pontífice y Mediador, nos llegamos alPadre y nos reconciliamos con el Padre, como ya lo hemos dicho anteriormente.256] Y esta doctrina de la justicia de la fe no debe descuidarse en la Iglesia de Cristo,porque sin ella no puede comprenderse el oficio de Cristo, y lo que queda de la doctrina dejustificación es doctrina de la ley. Conviene, pues, que mantengamos el Evangelio y la doctrinade la promesa dada por medio de Cristo.257] No es, por tanto, cosa deleznable la que nos mueve a pleitear en esta materia connuestros adversarios. No buscamos vanas sutilezas cuando censuramos a quienes enseñan que lavida eterna se consigue por las obras, dejando de lado a la fe que conoce a Cristo el Mediador.258] Porque acerca de esta fe, que declara que el Padre nos es propicio por medio deCristo, no se encuentra ni una sílaba entre los escolásticos. Por doquier piensan que somosaceptos, justificados, por medio de nuestras obras, hechas por la razón o por inclinación de eseamor de que nos hablan.259] Tienen algunos dichos o máximas, por así decirlo, de los doctores antiguos, y lostuercen al interpretarlos.260] Se jactan, en sus escuelas, de que las buenas obras son aceptas por gracia, y de quedebemos confiar en la gracia de Dios. Pero interpretan la gracia como la costumbre de amar aDios, como si en verdad los antiguos hubieran dicho que debemos confiar en nuestro amor,cuando sabemos por experiencia lo mezquino e inmundo que es. Y es lo extraño que mandan93

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