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LIBRO DE CONCORDIA COMPLETO - Escritura y Verdad

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Ante todo empero es de recordar lo que dice Cristo en Mateo 10:32: «A cualquiera, pues,que me confiese delante de los hombres, yo también le confesaré delante de mi Padre que está enlos cielos».Esto ha sido en todo tiempo y en todas partes la fe y confesión, respecto de tales cosasindiferentes, de los más eminentes teólogos de la Confesión de Augsburgo, en cuyas pisadasnosotros hemos entrado y en cuya confesión pensamos permanecer, mediante la gracia de Dios.De esta confesión dan cuenta los siguientes testimonios extraídos de los Artículos de Esmalcaldaque fueron compuestos y firmados en el año 1537.Los Artículos de Esmalcalda («Sobre la iglesia») dicen al respecto lo siguiente: «No lesconcedemos que ellos sean la iglesia y tampoco lo son. Y no queremos oír lo que ellos mandan oprohíben bajo el nombre de la iglesia. Pues gracias a Dios, un niño de siete años sabe qué es laiglesia, es decir, los santos, los creyentes, y 'el rebaño que escucha la voz de su Pastor' (Jn.10:3)». Y poco antes («De la Ordenación y Vocación»): «Si los obispos quisieran ser verdaderosobispos y tener preocupación por la iglesia y el evangelio, se podría permitir, en virtud del amor yde la unión pero no por necesidad, que ordenaran y confirmaran a nosotros y a nuestrospredicadores, dejando, no obstante, todas las mascaradas y fantasmagorías cuya esencia y pompano son cristianas. Pero como no son ni quieren ser verdaderos obispos, sino señores y príncipesmundanos que ni predican ni enseñan ni bautizan ni dan la comunión ni quieren realizar ningunaobra o función de la iglesia y, además, persiguen y condenan a aquellos que cumplen tal funciónen virtud de su llamado, la iglesia no debe quedar sin servidores por causa de ellos».Y en el artículo cuatro los Artículos de Esmalcalda dicen: «Por lo tanto, no podemosadmitir como cabeza o señor en su gobierno a su apóstol, el papa o anticristo. Pues su gobiernopapal consiste propiamente en mentiras y asesinatos, en corromper eternamente las almas y loscuerpos».Y en el Tratado sobre el Poder y la Primacía del Papa, que figura como apéndice de losArtículos de Esmalcalda, y que también fue firmado de propio puño y letra por los teólogosentonces presentes, aparecen estas palabras: «[Nadie debe] asumir señorío o autoridad sobre laiglesia, ni cargar a la iglesia con tradiciones, ni permitir que la autoridad de alguien valga másque la palabra».Más adelante dice: «Ya que ésta es la situación, todos los cristianos deben cuidarse de nollegar a ser partícipes de las impías doctrinas, blasfemias e injustas crueldades del papa. Antesbien, deben abandonar y detestar al papa y a sus adherentes como al reino del anticristo, tal comolo ordenó Cristo: 'Guardaos de los falsos profetas' (Mt. 7:15). Y Pablo manda que se debe evitar yabominar a los falsos predicadores como a cosa maldita (Tit. 3:10) y escribe en 2ª Corintios 6:14:'No os unáis en yugo desigual con los incrédulos; porque ¿qué comunión tiene la luz con lastinieblas?' Es un asunto serio disentir del consenso de tantas naciones y ser llamados cismáticos.Pero la autoridad divina ordena a todos a no asociarse con la impiedad y la crueldad injusta».Referente a esa cuestión, también el Dr. Lutero instruyó a la iglesia ampliamente en untratado especial acerca de lo que debe opinarse en materia de ceremonias en general y cosasindiferentes en particular, como ya lo hiciera en 1530.Dadas todas estas explicaciones, cualquiera puede entender cuál es la conducta que, sinperjuicio para la conciencia, deben seguir en cosas indiferentes la congregación cristiana, elcreyente individual, y ante todo el ministro de la iglesia, especialmente en tiempos que exigenuna profesión de fe, para no provocar a Dios, no atentar contra el amor, no apoyar a los enemigosde la palabra de Dios ni dar escándalo a los débiles en la fe.412

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