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LIBRO DE CONCORDIA COMPLETO - Escritura y Verdad

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muchas cosas semejantes acerca de la ley y las obras, pero antes de contestar a estas objecionestenemos que declarar lo que nosotros creemos acerca del amor y del cumplimiento de la ley.2] Escrito está en el profeta Jeremías, 31, 33: Daré mi ley en sus entrañas, y escribirla ensus corazones. Y en Rom. 3,31, dice Pablo: ¿Luego deshacemos la ley por la fe? En ningunamanera; antes establecemos la ley. Y Cristo dice, Mat. 19, 17: Si quieres entrar en la vida, guardalos mandamientos. Y asimismo, I Cor. 13, 3: Si no tengo caridad, de nada me sirve.3] Estos pasajes, y otros semejantes, nos aseguran que conviene que la ley se empiece ennosotros y se cumpla cada vez mejor. Pero hablamos, no de ceremonias, sino de la ley que nos damandamientos sobre los movimientos de nuestro corazón, esto es, del Decálogo.4] Porque como la fe recibe el Espíritu Santo y origina nueva vida en nuestros corazones,produce necesariamente también movimientos espirituales en nuestros corazones. Lo que sonestos movimientos nos lo muestra el profeta Jeremías, 31, 33, cuando dice: Daré mi ley en susentrañas. Por tanto, después de haber sido justificados por la fe y haber nacido de nuevo en ella,empezamos a temer a Dios, amar, pedir y esperar de El su ayuda, dar gracias y alabanzas yobedecer en las aflicciones. Empezamos también a amar a nuestro prójimo, porque nuestroscorazones tienen movimientos espirituales y santos.5] Esto no puede verificarse sino después de haber sido justificado por la fe, y nacido denuevo, recibiendo el Espíritu Santo. Primero, porque la ley no puede cumplirse sin Cristo, comotampoco puede cumplirse la ley sin el Espíritu Santo.6] Pero el Espíritu Santo se consigue por la fe, según la sentencia de Pablo, Gal. 3, 14:Para que por la fe recibamos la promesa del Espíritu.7] Por otra parte, ¿cómo puede el corazón humano amar a Dios cuando Dios está muyairado y nos castiga con temporales y perpetuas calamidades? Porque la ley siempre nos acusa,siempre nos presenta a Dios airado.8] No podemos amar a Dios sino cuando por la fe aprehendemos su misericordia. Así escomo al fin Dios se hace objeto de amor.9] Así pues, aunque las obras civiles, esto es, las obras exteriores de la ley puedencumplirse hasta cierto límite sin Cristo y sin el Espíritu Santo, parece no obstante claro según loque tenemos dicho que las obras que pertenecen propiamente a la ley divina, es decir, los afectosdel corazón para con Dios que se mandan en la primera Tabla del Decálogo, no pueden hacersesin el Espíritu Santo.10] Pero nuestros adversarios son teólogos muy finos: consideran la segunda Tabla delDecálogo y las obras civiles, y no se ocupan de la primera, como si en nada hiciera al caso. Danmotivo seguro para pensar que tan sólo exigen observancias exteriores. No consideran para nadala ley que es eterna, y que está muy por encima del sentido y del entendimiento de todas lascriaturas, Deut. 6, 5: Amarás a Jehová tu Dios de todo tu corazón.11] Pero Cristo nos ha sido dado precisamente para que por medio de El consigamosremisión de pecados y recibamos el Espíritu Santo que origina en nosotros nueva y eterna vida yeterna justicia. Por lo cual la ley no puede cumplirse verdaderamente hasta que se ha recibido elEspíritu Santo por la fe. Por eso dice Pablo, Rom. 3,31, que la ley se establece por la fe, y no sedeshace. Porque la ley sólo puede cumplirse cabalmente cuando interviene el Espíritu Santo.12] Y Pablo enseña, 2ª Cor. 3,15, sg., que, El velo que cubría la faz de Moisés no puedequitarse sino por la fe en Cristo, por la cual se recibe el Espíritu Santo. Dice así, en efecto: Y aunhasta el día de hoy, cuando Moisés es leído, el velo está puesto sobre el corazón de ellos. Mascuando se convirtieran al Señor, el velo se quitará. Porque el Señor es el Espíritu; y donde está elEspíritu del Señor, allí hay libertad.63

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