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LIBRO DE CONCORDIA COMPLETO - Escritura y Verdad

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palabras mediante las cuales se excluyen por completo las obras y nuestros propios méritos; y lasemplea y recalca con no menos vigor en el artículo acerca de la salvación que en el artículoacerca de la justificación.Debe ser explicado correctamente también el argumento respecto a la morada en nosotrosde la justicia esencial de Dios. Pues aunque en los escogidos, que son justificados por Cristo y sehan reconciliado con Dios, mora por la fe Dios el Padre, Hijo y Espíritu Santo (pues todos loscristianos son templos de Dios el Padre, Hijo y Espíritu Santo, quien también los impulsa a hacerlo recto), sin embargo, esta morada de Dios no es la justicia de la fe de la que habla San Pablo(Ro. 1:17; 3:5, 22, 25; 2ª Co. 5:21) y a la cual llama la justicia de Dios, y por causa de la cualsomos declarados justos delante de Dios; sino que ella sigue a la justicia precedente de la fe, queno es otra cosa que el perdón de los pecados y la misericordiosa adopción del pobre pecador sólopor causa de la obediencia y los méritos de Cristo.Por consiguiente, ya que en nuestras iglesias se ha establecido sin la menor controversiaentre los teólogos de la Confesión de Augsburgo qué toda nuestra justicia debe ser buscada fuerade los méritos, obras, virtudes y dignidad de parte nuestra y de todos los hombres y que esajusticia descansa únicamente en nuestro Señor Jesucristo, es menester considerar con el mayorcuidado en qué sentido a Cristo se le llama nuestra justicia en el asunto de nuestra justificación, asaber que nuestra justicia no descansa en una naturaleza o la otra, sino en toda la persona deCristo, quien como Dios y hombre es nuestra justicia en toda su completa y perfecta obediencia.Pues si sólo en su naturaleza humana Cristo hubiese sido concebido por el espíritu Santo ynacido sin pecado y cumplido toda justicia, pero no hubiese sido el Dios verdadero y eterno, estaobediencia y pasión de su naturaleza humana no se nos podría ser contada por justicia. De igualmodo, si el Hijo de Dios no se hubiese hecho hombre, la naturaleza divina sola no podría sernuestra justicia. Por lo tanto, creemos, enseñamos y confesamos que nos es contada por justiciatoda la obediencia de toda la persona de Cristo—la obediencia que Cristo, aun hasta suignominiosa muerte en la cruz, rindió al Padre por nosotros. Pues la naturaleza humana sola,independiente de la divina, ni con su obediencia ni con su pasión podría rendir satisfacción alDios eterno y omnipotente por los pecados de todo el mundo. Tampoco la naturaleza divina sola,independiente de la humana, podría servir de mediadora entre Dios y nosotros.En consideración de lo dicho anteriormente, la perfecta obediencia de Cristo, activa ypasiva, es una completa satisfacción y expiación hecha por todos los seres humanos; por ella hasido satisfecha la eterna e inmutable justicia de Dios, revelada en la ley, y así la justicia de Cristollega a ser nuestra justicia, que vale delante de Dios y que se revela en el evangelio. La fe quesalva descansa en esta justicia, imputada por Dios al creyente, según está escrito en Romanos5:19: «Así como por la desobediencia de un hombre los muchos fueron constituidos pecadores,así también por la obediencia de uno los muchos serán constituidos justos»; y en 1ª Juan 1:7: «Lasangre de Jesucristo, el Hijo de Dios, nos limpia de todo pecado». Y el justo por la fe vivirá (Hab.2:4; Ro. 1:17).De modo que no es la naturaleza divina de Cristo sola ni la humana sola la que se noscuenta por justicia, sino la obediencia de toda la persona, que es simultáneamente Dios y hombre.Y así considera la fe a la persona de Cristo según fue hecha ésta bajo la ley por causa nuestra,llevó nuestros pecados y al subir a los cielos ofreció al Padre celestial toda su obediencia desde sunacimiento hasta su muerte, por causa nuestra, cubriendo de este modo toda la desobediencia quees inherente en nuestra naturaleza humana en pensamientos, palabras y obras. Esta desobedienciano se nos atribuye pues para condenación, sino que nos es perdonada y remitida de pura gracia,sólo por causa de Cristo.366

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