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LIBRO DE CONCORDIA COMPLETO - Escritura y Verdad

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Segundo, Dios quiere castigar a los que intencionalmente se apartan del santomandamiento, se dejan enredar otra vez en las contaminaciones del mundo (2ª P. 2:20),engalanan su corazón para Satanás (Lc. 11:25 y sigte.), y hacen ultraje al Espíritu de gracia (He.10:29); además, él quiere endurecer, obcecar y entregar a condenación eterna a los tales sipersisten en su iniquidad.Conforme a esto, tampoco Faraón—de quien está escrito (Ex. 9:16; Ro. 9:17); «Yo te hemantenido en pie para esto mismo, para hacerte ver mi poder, y para que sea celebrado minombre en toda la tierra»—tampoco se perdió porque Dios no quería concederle la salvación, oporque Dios había hallado placer en que se condenara y se perdiera. «El Señor quiere queninguno perezca» (2ª P. 3:9); tampoco «quiere la muerte del impío, sino que se vuelva el impíode su camino, y que viva» (Ez. 33:11).Pero el que Dios endureciera el corazón de Faraón, de modo que Faraón siguiera pecandocontinuamente, y se endureciera tanto más cuanto más se le amonestaba, esto fue un castigo porsu pecado anterior y la cruel tiranía que ejerció sobre los hijos de Israel de muchas y distintasmaneras, en forma inhumana y contra las acusaciones de su propia conciencia. Y después queDios mandó que se le predicara su palabra y se le anunciara su voluntad, Faraón no obstantepersistió en su obstinada malicia contra toda amonestación y advertencia, finalmente Dios tuvoque retirar de él su divina mano; y en consecuencia, el corazón de Faraón se endureció del todo, yDios ejecutó en él su justo juicio; pues no otra cosa que el fuego infernal (Mt. 5:22) fue lo queFaraón había merecido. La única razón por la cual San Pablo aduce aquí el ejemplo de Faraón es,por lo tanto, la de evidenciar cómo se manifiesta la justicia de Dios para con los impenitentes ydespreciadores de su palabra. De ninguna manera Pablo opinaba o quería dar a entender que Diosle había negado la salvación a Faraón o a alguna otra persona, o que en su consejo oculto hayapredestinado a alguien a la condenación eterna, para que el tal no pueda ni deba ser salvo.Mediante esta doctrina y explicación de la predestinación eterna y salvadora de los hijosescogidos de Dios se le da al Señor toda la gloria que le pertenece a él, porque en Cristo nos hacesalvos impulsado por su pura misericordia, sin ningún mérito o dignidad de nuestra parte, sinosegún el propósito de su voluntad, como está escrito en Efesios 1:5-6, 11: «[Él nos ha]predestinado para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, según el puro afecto de suvoluntad, para alabanza de la gloria de su gracia, con la cual nos hizo aceptos en el Amado».Por lo tanto, es un error craso enseñar que la causa por la cual Dios nos elige para la vidaeterna no es únicamente la misericordia de Dios y el santísimo mérito de Cristo, sino tambiénalgo en nosotros. Pues Dios nos escogió en Cristo no sólo antes de haber hecho nosotros algobueno, sino también antes de haber nacido (Ro. 9:11); aún más, antes de la fundación del mundo(Ef. 1:4); «y para que el propósito de Dios, conforme a elección, estuviese firme, no por parte deobras, sino de aquel que llama—le fue dicho: El mayor será siervo del menor. Así como estáescrito: Amé a Jacob, mas a Esaú le aborrecí» (Ro. 9:11-13; Gn. 25:23; Mal. 1:2-3).Además, cuando se enseña a la gente que deben buscar su eterna elección en Cristo y ensu santo evangelio, como en el «libro de la vida» (Fil. 4:3; Ap. 3:5; 20:15), esta doctrina no da anadie motivo alguno para que desespere o para que lleve una vida indecorosa y disoluta. Enefecto, el evangelio no excluye (de la salvación) a ningún pecador penitente, sino que invita yllama al arrepentimiento, al reconocimiento del pecado y a la fe en Cristo a todos los pecadoresafligidos y agobiados por sus iniquidades, y les promete el Espíritu Santo para purificación yrenovación. Así, el evangelio da a los hombres afligidos y atribulados el más firme consuelo, asaber, la certeza de que su salvación no está puesta en las manos de ellos—de lo contrario, laperderían mucho mas fácilmente que Adán y Eva en el paraíso, aún más, en cada hora y424

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