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LIBRO DE CONCORDIA COMPLETO - Escritura y Verdad

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la voluntad mala y perversa del hombre), ni tampoco de la perdición del hombre, de la cual esresponsable el hombre mismo; sino que sólo regulariza el mal y fija límites a su duración, con elfin de que todo esto, a pesar de ser de por sí malo, sirva al eterno bien de sus escogidos.4. En cambio, la predestinación o la elección eterna de Dios abarca únicamente a los creyentes,los hijos amados de Dios, y es una causa de su salvación. También esta salvación la provee Dios,quien asimismo dispone todo lo que atañe a ella. Sobre esta predestinación divina está cimentadanuestra salvación con tal firmeza que ni aun las puertas del infierno pueden prevalecer contra ella(Mt. 16:18; Jn. 10:28).5. Esta predestinación divina no ha de ser escudriñada en los arcanos de Dios, sino que ha de serbuscada en la palabra de Dios, donde también ha sido revelada.6. La palabra de Dios empero nos conduce a Cristo, quien es el «Libro de la Vida» (Fil. 4:3) en elcual están escritos y escogidos todos los que han de recibir la salvación eterna, como está escritoen Efesios 1:4: «Dios nos escogió en Cristo antes de la fundación del mundo».7. Este Cristo llama a todos los pecadores y les promete descanso, y es su serio deseo que todoslos hombres vengan a él y que sean socorridos (Mt. 9:2, 9, 13, 22, 29, 35, 37). Él mismo se ofrecea ellos en su palabra, los exhorta a oírla y les dice que no cierren sus oídos ante ella ni ladesechen. Además, les promete el poder efectivo del Espíritu Santo y el socorro divino a fin deque perseveren en la fe y por último obtengan la salvación eterna.8. Por lo tanto, esta elección para la vida eterna no la debemos juzgar ni a base de lo que dice larazón ni a base de la ley de Dios, pues esto nos conduce a una vida disoluta y epicúrea o a ladesesperación. También puede suscitar en el corazón del hombre pensamientos perniciosos, y porañadidura, prácticamente inevitables en tanto que uno se deja guiar por su razón; porejemplo: «Si Dios me ha escogido para la salvación, no puedo ser condenado, no importa lo quehaga»; o bien este otro: «Si no he sido escogido para la vida eterna, de nada me sirve el bien quehaga; todos mis esfuerzos son inútiles».9. La apreciación correcta de la predestinación ha de aprenderse sólo del santo evangelio que noshabla de Cristo. Allí se afirma con toda claridad que «Dios sujetó a todos en desobediencia, paratener misericordia de todos», y que él no quiere que ninguno perezca, sino que todos vengan alarrepentimiento y crean en el Señor Jesucristo (Ro. 11:32; Ez. 18:23; 33:11; 1ª Ti. 2:6; 2ª P. 3:9;1ª Jn. 2:2).6110. Esta doctrina acerca de la predestinación divina es, pues, útil y consoladora a aquella personaque se ocupa en la voluntad revelada de Dios y procede según el orden que observó San Pablo enla Epístola a los Romanos, a saber: Primero dirige a los hombres al arrepentimiento, alconocimiento de sus pecados, a la fe en Cristo, y a la obediencia a la ley divina, y sólo entoncesles habla del misterio de la elección eterna de Dios.11. Sin embargo, el hecho de que haya «muchos llamados, y pocos 12 escogidos» (Mt. 22:14), noquiere decir que Dios no desee salvar a todos. Antes bien, la causa es, por una parte, que muchosno oyen en modo alguno la palabra de Dios, sino que obstinadamente la menosprecian, tapan susoídos y endurecen su corazón, y así cierran al Espíritu Santo el camino que él comúnmente usa,impidiendo de esta manera que él realice su obra en ellos; por otra parte, también hay muchosque después de haber oído la palabra, la tratan con indiferencia o no la obedecen. Pero la culpa deesto no la tiene Dios o su elección, sino la maldad de los hombres mismos (2ª P. 2:1 y sigtes.; Lc.11:49, 52; He. 12:25 y sigtes.).12. Hasta este punto, pues, debe el cristiano ocuparse en meditar sobre 13 el artículo de la eternaelección divina, conforme nos ha sido revelada en la palabra de Dios. Esta palabra nos presenta aCristo como el «Libro de la Vida», abierto ante nosotros y revelado mediante la predicación delsanto evangelio, como se nos dice en Romanos 8:30: «A los que predestinó, a éstos también329

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