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LIBRO DE CONCORDIA COMPLETO - Escritura y Verdad

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Pues, en primer lugar, aunque es cierto que la razón humana o el intelecto natural tieneaún una chispa débil del conocimiento de que existe un Dios, y también de la doctrina acerca dela ley (Rom. 1:19 y sigte.), no obstante es tan ignorante, ciega y perversa que, aun cuando loshombres más ingeniosos y eruditos de la tierra leen u oyen el evangelio del Hijo de Dios y lapromesa de la salvación eterna, no tienen la facultad de percibirlo, comprenderlo, entenderlo ocreerlo y considerarlo como verdadero, sino que cuanta más diligencia y fervor usan en suempeño de comprender estas cosas espirituales con la razón, tanto menos las entienden o creen yantes de que el Espíritu los ilumine y enseñe, consideran todo esto sólo como insensato y falso.«El hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura»(1ª Co. 2:14). «Pues ya que en la sabiduría de Dios, el mundo no conoció a Dios mediante lasabiduría, agradó a Dios salvar a los creyentes por la locura de la predicación» (1ª Co. 1:21).«Estos [es decir, los que no han nacido otra vez por el Espíritu de Dios]... que andan en lavanidad de su mente, teniendo el entendimiento entenebrecido, ajenos de la vida de Dios por laignorancia que en ellos hay, por la dureza de su corazón» (Ef. 4:17 y sigte.). «A vosotros os esdado conocer los misterios del reino de Dios; pero a los otros por parábolas, para que viendo novean, y oyendo no entiendan» (Mt. 13:11 y sigte.; Lc. 8:10). «No hay quien entienda. No hayquien busque a Dios. Todos se desviaron, a una se hicieron inútiles; no hay quien haga lo bueno,no hay ni siquiera uno» (Ro. 3:11-12). Por esta razón nos dice la <strong>Escritura</strong> categóricamente qué elhombre natural, en lo que se refiere a las cosas espirituales y divinas, es tinieblas (Ef. 5:8; Hch.26:18; Jn. 1:5): «La luz en las tinieblas resplandece [es decir, en el mundo tenebroso y ciego, queno conoce ni procura a Dios], y las tinieblas no prevalecieron contra ella». Del mismo modoenseña la <strong>Escritura</strong> que el hombre pecador no sólo es espiritualmente débil y enfermizo, sinotambién difunto y enteramente muerto (Ef. 2:1, 5; Col. 2:13).Pues bien, así como un hombre que está físicamente muerto no puede por su propio poderprepararse o acomodarse a sí mismo para obtener otra vez la vida temporal, así tampoco elhombre que está espiritualmente muerto en sus pecados puede por su propio poder acomodarse oaplicarse a sí mismo a la adquisición de la justicia y la vida espiritual y celestial, a menos que sealibrado y vivificado de la muerte del pecado por el Hijo de Dios.Por lo tanto, las <strong>Escritura</strong>s niegan al intelecto, corazón y voluntad del hombre natural todaaptitud, destreza, capacidad y habilidad de pensar, entender, poder hacer, empezar, desear,emprender, actuar, realizar o cooperar para producir de por sí algo bueno y recto en asuntosespirituales. «No que seamos competentes por nosotros mismos para pensar algo como denosotros mismos, sino que nuestra competencia proviene de Dios» (2ª Co. 3:5). «Todos sehicieron inútiles» (Ro. 3:12). «Mi palabra no halla cabida en vosotros» (Jn. 8:37). «Las tinieblasno prevalecieron contra ella» (Jn. 1:5). «El hombre natural no percibe (o, según el significadoliteral de la palabra griega, no alcanza, no comprende, no recibe) las cosas que son del Espíritu deDios, esto es, no puede percibir cosas espirituales, porque para él son locura, y no las puedeentender» (1ª Co. 2:14). Mucho menos puede creer verdaderamente en el evangelio, aceptarlocomo la verdad. «Por cuanto la mente carnal (o la mente del hombre natural) es enemistad contraDios; porque no se sujeta a la ley de Dios, ni tampoco puede» (Ro. 8:7). En resumen,permanecerá eternamente verdadero lo que el Hijo de Dios dice, «Separados de mí nada podéishacer» (Jn. 15:5). Y San Pablo, «Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer,por su buena voluntad» (Fil. 2:13). Este último pasaje es muy consolador para todos los cristianosque sienten y experimentan un pequeño destello de la gracia divina y la salvación eterna o lasanhelan fervorosamente; pues saben que Dios ha encendido en su corazón este comienzo de laverdadera santidad y que además los fortalecerá y los ayudará en su gran flaqueza parapreservarlos en la verdadera fe hasta el fin.348

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