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LIBRO DE CONCORDIA COMPLETO - Escritura y Verdad

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A fin, pues, de que la mente abatida tenga un consuelo firme y seguro y para que tambiénse les atribuya al mérito de Cristo y a la gracia divina el honor que merecen, la Sagrada <strong>Escritura</strong>enseña que la justicia delante de Dios, proveniente de la fe, consiste únicamente en lamisericordiosa reconciliación, o el perdón de los pecados, que se nos concede de pura gracia, porcausa del único mérito de Cristo el Mediador y se recibe sólo por medio de la fe en la promesadel evangelio. Asimismo, en la justificación delante de Dios la fe no confía ni en la completaobediencia mediante la cual Cristo cumplió la ley por nosotros, obediencia que se atribuye a loscreyentes por justicia.Además, ni la contrición, ni el amor, ni ninguna otra virtud, sino la fe sola, es el únicomedio e instrumento por el cual podemos recibir y aceptar la gracia, los méritos de Cristo y elperdón de los pecados, todo lo cual se nos ofrece en la promesa del evangelio.También se dice correctamente que los creyentes que han sido justificados en Cristomediante la fe, en esta vida tienen primero la justicia imputada de la fe, y luego también lajusticia de la nueva obediencia, o las buenas obras. Pero estas dos no deben confundirse o serambas inyectadas al mismo tiempo en el artículo de la justificación por la fe. Pues ya que estaincipiente justicia o renovación en nosotros es incompleta e impura en esta vida debido a la carne,la persona no puede presentarse con ella y por medio de ella delante del tribunal de Dios, porquedelante del tribunal de Dios sólo vale la justicia de la obediencia, la pasión y la muerte de Cristo,que es atribuida a la fe, de manera que por causa de esta obediencia, la persona (aun después desu renovación, cuando ya ha hecho muchas buenas obras y ha llevado la vida más santa), agrada aDios y es aceptable a él y recibida en la adopción y herencia de la vida eterna.Aquí se puede citar lo que San Pablo escribe respecto a Abraham en Romanos 4:3, estoes, que Abraham fue justificado delante de Dios sólo por medio de la fe, por causa del Mediador,sin la cooperación de las obras de Abraham, no sólo cuando fue primeramente convertido de laidolatría y aún no había hecho buenas obras, sino también después, cuando fue renovado por elEspíritu Santo y adornado con muchas excelentes buenas obras (Ro. 4:3; Gn. 15:6; He. 11:8). YSan Pablo hace la siguiente pregunta, Romanos 4:1 y sigte.: ¿En qué se fundaba en aquel tiempola justicia de Abraham que valía delante de Dios, justicia por la cual tenía él un Diosmisericordioso, agradaba a Dios y le era aceptable y se hacía heredero de la vida eterna? SanPablo contesta así: «Al que no obra, sino cree en aquel que justifica al impío su fe le es contadapor justicia. Como también David habla (Sal. 32:1) de la bienaventuranza del hombre a quiencual Dios atribuye justicia sin obras» (Ro. 4:5-6). Por lo tanto, aunque los que se han convertidoy creen en Cristo tienen incipiente renovación, santificación, amor, virtud y buenas obras, sinembargo, nada de esto debe ser inyectado o inmiscuido en el artículo de la justificación que valedelante de Dios, si es que el honor que se le debe a Dios ha de permanecer con Cristo elRedentor, y las conciencias perturbadas han de recibir consuelo, ya que nuestra nueva obedienciaes incompleta o impura.Esto es lo que quiere decir el apóstol Pablo cuando en este artículo recalca con tantadiligencia y tanto celo las partículas excluyentes. Estas partículas: «de gracia», «sin mérito», «sinobras», «no por obras», excluyen toda obra humana del artículo de la justificación. Estaspartículas excluyentes se resumen en la siguiente expresión: Sólo por medio de la fe en Cristosomos justificados delante de Dios y salvos. Pues así se excluyen las obras, no en el sentido deque la verdadera fe puede existir sin la contrición, o que las buenas obras de ningún modo tienenque seguir a la verdadera fe como fruto seguro y cierto, o que los creyentes de ningún mododeben hacer lo bueno; sino que las buenas obras se excluyen del artículo de la justificacióndelante de Dios a fin de que no sean inyectadas, intercaladas o inmiscuidas, como necesidad yrequisito, en el asunto de la justificación del pobre pecador delante de Dios. El verdadero sentido363

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