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LIBRO DE CONCORDIA COMPLETO - Escritura y Verdad

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dirigidos con su fe hacia el cielo, al lugar donde está Cristo con su cuerpo, para que allí participende él.12. Rechazamos también la falsa enseñanza de que los cristianos incrédulos, impenitentesy malos, que llevan el nombre de Cristo, pero que carecen de la fe verdadera, viva y salvadora,reciben en la santa cena no el cuerpo y la sangre de Cristo, sino solamente pan y vino. Y como eneste banquete celestial hay sólo dos clases de huéspedes, dignos e indignos, rechazamos tambiénla diferenciación entre los indignos que algunos hacen, afirmando que los epicúreos impíos yblasfemadores de la palabra de Dios que se hallan en la comunión externa de la iglesia (en laiglesia visible) no reciben el cuerpo y la sangre de Cristo para juicio al tomar la santa cena, sinoque reciben solamente pan y vino.13. Rechazamos como falsa la enseñanza de que la dignidad consiste no sólo en laverdadera fe, sino también en la preparación personal de la persona.14. Rechazamos también como falsa la enseñanza de que pueden recibir el sacramentopara su juicio, como huéspedes indignos, aun aquellos fieles que poseen y conservan la fegenuina, verdadera y viva, pero que carecen de la antes mencionada preparación personal yadecuada.15. Asimismo rechazamos como falsa la enseñanza de que deben ser adorados loselementos, vale decir, las especies o formas visibles del pan y vino consagrados. En cambio,ninguno que no sea un hereje arriano podrá y querrá negar que Cristo mismo, verdadero Dios yhombre, presente en la santa cena real y esencialmente, debe ser adorado en espíritu y en verdad,tanto en el correcto uso de la santa cena como también en todo lugar, y especialmente en lacongregación de los fieles.16. Rechazamos y condenamos también todas las cuestiones y expresiones impertinentes,frívolas y blasfemas que hablan de los sobrenaturales y celestiales misterios de la santa cena deun modo grosero, carnal y capernaítico.En la precedente declaración se reprueban y rechazan otras antítesis o enseñanzas falsasmás, que para mayor brevedad no serán repetidas aquí; y si hay otras opiniones condenables yerróneas, además de las antes mencionadas, ellas podrán ser discernidas y enumeradas fácilmentea base de la exposición que antecede; pues rechazamos y condenamos todo lo que no concuerdacon la doctrina antes mencionada, bien fundada en la palabra de Dios, o que se opone a ella.VIII. LA PERSONA <strong>DE</strong> CRISTOEntre los teólogos que se adhirieron a la Confesión de Augsburgo surgió también unadisensión acerca de la persona de Cristo. Sin embargo, en realidad no fueron ellos los queiniciaron esa controversia, sino que la misma tuvo su origen entre los sacraméntanos.En efecto: Después que el Dr. Lutero había reafirmado, en contra de lo que sostenían lossacramentarios, la presencia real y esencial del cuerpo y de la sangre de Cristo en la santa cena,aportando para ello sólidos argumentos basados en las palabras con que el Señor la instituyó, loszwinglianos le objetaron: Si en la santa cena, el cuerpo de Cristo está presente simultáneamenteen el cielo y en la tierra, no puede ser un cuerpo humano real y verdadero; pues tal majestad,decían, es propia de Dios solamente; al cuerpo de Cristo le falta la capacidad para ello.El Dr. Lutero rechazó esta objeción y la refutó en forma terminante, como lo evidenciansus escritos didácticos y polémicos, a los cuales, al igual que a sus escritos doctrinales, damosaquí nuestra aprobación pública. No obstante, después de la muerte de Lutero, algunos teólogosde confesión augsburguiana, si bien aún no querían dar el paso de declararse abierta y396

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