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LIBRO DE CONCORDIA COMPLETO - Escritura y Verdad

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todo lo concerniente a la religión verdadera; y en tal caso no deben ceder a los adversarios ni aunen estas cosas indiferentes, ni tampoco deben tolerar que los enemigos de ella las impongan porla fuerza o con astucia en su afán de adulterar el verdadero culto a Dios e implantar y confirmarla idolatría. Pues así está escrito en Gálatas 5:1: «Estad, pues firmes en la libertad con que Cristonos hizo libres, y no estéis otra vez sujetos al yugo de esclavitud». Además se lee en Calatas 2:4-5: «Y esto, a pesar de los falsos hermanos introducidos a escondidas, los cuales se entraban paraespiar nuestra libertad que tenemos en Cristo Jesús, para reducirnos a esclavitud, a los cuales nipor un momento accedimos a someternos, para que la verdad del evangelio permaneciese convosotros». En este pasaje San Pablo habla de la circuncisión, que en aquel entonces había llegadoa ser una cosa indiferente, no obligatoria (1 Co. 7:18-19), y que en otras oportunidades la usabaguiado por su libertad cristiana (Hch. 16:3). Pero como los falsos apóstoles, para confirmar sudoctrina errónea, exigían la circuncisión y la empleaban abusivamente, como si las obras de la leyfuesen necesarias para la justificación y salvación, San Pablo declaró que no había cedido ni aunpor un momento para que permaneciese la verdad del evangelio (Gá. 2:5).Así, San Pablo cede a los débiles cuando se trata de ciertas comidas y tiempos o días (Ro.14:6). Pero a los falsos apóstoles, que querían imponer estas cosas sobre las conciencias comocosas necesarias—a éstos Pablo no está dispuesto a ceder ni aun en cosas que de por sí sonindiferentes (Col. 2:16): «Nadie pues os juzgue en comida o en bebida, o en cuanto a días dereposo». Y cuando Pedro y Bernabé cedieron algo (más de lo debido) en un caso de éstos, Pablolos censura en presencia de todos como a hombres que en ese punto no andaban derechamenteconforme a la verdad del evangelio (Gá. 2:14).Pues aquí ya no se trata de cosas exteriormente indiferentes que según su naturaleza yesencia son y permanecen de por sí asunto del criterio individual y que por ende no admitenmandato ni prohibición, sino que se trata en primer lugar del importantísimo artículo de nuestrafe cristiana, como lo atestigua el apóstol: «Para que la verdad del evangelio permaneciese convosotros» (Gá. 2:5); y esta verdad es obscurecida y tergiversada mediante tal obligación omandato, por cuanto en ese caso dichas cosas indiferentes son exigidas públicamente paraconfirmar la falsa doctrina, superstición e idolatría y para reprimir la doctrina pura y la libertadcristiana, o al menos son abusadas por los adversarios para tal fin y entendidas en este sentido.Además, se trata aquí también del artículo de la libertad cristiana, artículo cuya fielconservación el Espíritu Santo encarga a su iglesia tan encarecidamente por boca de su santoapóstol (Pablo), como acabamos de oír. Pues tan pronto como se debilita este artículo y secompele a la iglesia a la observancia de tradiciones humanas como si éstas fuesenimprescindibles, y como si su no observancia fuese una falta y un pecado, se está allanando elcamino a la idolatría y de esa manera se multiplican después las tradiciones humanas y se lastiene por un culto a Dios, considerado no sólo igual, sino aun superior a los propios mandatosdivinos.Sucederá también que cuando se cede y se busca acuerdo en cosas indiferentes sin haberllegado antes a una unificación cristiana en la doctrina, los idólatras se verán robustecidos en suidolatría, a los creyentes verdaderos en cambio se les dará ofensa, se les contristará y se lesdebilitará en su fe, cosas que todo cristiano está obligado a evitar, por amor de la salud ysalvación de su alma; pues escrito está, en Mateo 18:7: «¡Ay del mundo por los tropiezos!» y enMateo 18:6: «Cualquiera que haga tropezar a alguno de estos pequeños que creen en mí, mejor lefuera que se le colgase al cuello una piedra de molino de asno, y que se le hundiese en loprofundo del mar».411

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