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LIBRO DE CONCORDIA COMPLETO - Escritura y Verdad

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NEGATIVARechazamiento de la doctrina falsaPor consiguiente, rechazamos y consideramos como falsa y perjudicial la enseñanza deque el evangelio es esencialmente una predicación del arrepentimiento y de la reprensión, y noúnicamente una predicación de la gracia de Dios. Pues tal enseñanza convierte el evangelionuevamente en una enseñanza de la ley, obscurece los méritos de Cristo y la Sagrada <strong>Escritura</strong>,despoja a los cristianos del verdadero consuelo y vuelve a abrir las puertas del papado.VI. EL TERCER USO <strong>DE</strong> LA LEYEL ASUNTO EN CONTROVERSIAEl asunto principal en esta controversia: Es sabido que la ley fue dada a los hombres portres razones: Primero, para que por medio de ella se mantenga una disciplina externa y así serepriman las manifestaciones de rudeza y desobediencia de los hombres; segundo, para que loshombres sean conducidos al verdadero conocimiento de sus pecados; tercero, para que los quehan sido regenerados, y no obstante se ven afectados por la carne pecaminosa que aún se lesadhiere, tengan una regla fija que ha de servir como regulador y guía de toda su vida. Acerca deeste tercer uso de la ley surgió una disensión entre unos pocos teólogos, esto es, acerca de si sedebe exigir o no que los regenerados observen la ley. Unos dicen que sí, otros dicen que no.AFIRMATIVALa verdadera doctrina cristiana respecto a esta controversia1. Creemos, enseñamos y confesamos: Si bien es cierto que los hombres verdaderamentecreyentes en Cristo y convertidos a Dios han sido librados por Cristo de la maldición y opresiónde la ley y están exentos de ellas, no por eso están sin la ley, sino que han sido redimidos por elHijo de Dios con el propósito de que se ejerciten en la ley de Dios día y noche (Sal. 1:2; 119:1).Pues aun nuestros primeros padres, antes de la caída en el pecado, no vivían sin la ley, ya quefueron creados a la imagen de Dios (Gn. 1:26 y sigtes.; 2:16 y sigtes.; 3:3).2. Creemos, enseñamos y confesamos que la ley debe ser predicada con diligencia no sólo a losincrédulos e impenitentes, sino también a los verdaderos creyentes, a los que en realidad han sidoconvertidos, regenerados y justificados mediante la fe.3. Pues a pesar de que han sido regenerados y renovados en el espíritu de su mente, en la vidapresente esta regeneración y renovación no es completa, sino que sólo ha empezado; y con elespíritu de su mente, los creyentes sostienen una lucha constante contra la carne, esto es, contra lanaturaleza corrupta que está apegada a nosotros hasta la muerte. Por causa de este Viejo Adánque aún subsiste en la mente, la voluntad y todas las facultades del hombre, es menester que laley del Señor siempre los ilumine en su andar a fin de que las reflexiones humanas en materia dereligión no los induzcan a instituir cultos arbitrarios y de propia elección, sino que sea subyugadocontra su voluntad, no sólo por medio de las advertencias y amenazas de la ley, sino también pormedio de castigos e infortunios, de modo que siga al Espíritu y se entregue cautivo a él (1 Co.9:27; Ro. 6:12; Gá. 6:14; Sal. 119:1 y sigtes.; He. 13:21).4. Respecto a la distinción entre las «obras de la ley» y los «frutos del Espíritu» creemos,enseñamos y confesamos que las obras hechas conforme a las exigencias de la ley son y se318

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