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LIBRO DE CONCORDIA COMPLETO - Escritura y Verdad

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perdonados de gracia, por medio de Cristo, y que tienen gratuitamente propicio a Dios, por mediode Cristo. Al contemplar las obras de los santos, juzgan éstos humanamente que los santosconsiguieron la remisión de pecados y la gracia por medio de estas obras. Y por eso las imitan, ypiensan que consiguen el perdón de pecados y la gracia por obras semejantes, y piensan que conestas obras aplacan la ira de Dios y logran justificarse.83] Condenamos esta opinión impía acerca de la doctrina de las obras. Primero, porqueobscurece la gloria de Cristo, por cuanto los hombres proponen a Dios estas obras como precio ypropiciación. Aquí el honor que sólo a Cristo se debe se tributa a nuestras obras. En segundolugar, las conciencias no encuentran tampoco paz en estas obras, sino que acumulando en sustemores obras y más obras, terminan por desesperar, porque no hallan ninguna obra que seasufucientemente pura. La ley siempre les acusa y les manifiesta su enojo. Y en tercer lugar, nuncaalcanzan éstos el conocimiento de Dios. Objetos de ira, huyen del Dios que les juzga y aflige, ynunca creen que se les atiende.84] Pero la fe nos revela la presencia de Dios cuando nos pone de manifiesto que Diosperdona y escucha gratuitamente.85] Siempre ha existido en el mundo esta opinión impía acerca de las obras. Los gentileshacían sacrificios, y esta tradición la habían recibido de sus padres. Imitaban sus obras, aunqueno conservaban su fe, y pensaban que aquellas obras eran propiciación y precio mediante loscuales Dios se reconciliaría con ellos.86] El pueblo de Israel imitaba los sacrificios en la opinión de que por medio de ellosaplacaban a Dios, por así decirlo, ex opere operato. Y aquí vemos la vehemencia con queincrepan al pueblo los profetas. Sal. 50, 8: No te reprenderé sobre tus sacrificios, y Jer. 7, 22:Porgue no hablé yo con vuestros padres acerca de holocaustos. Pasajes como estos, condenan, noya las obras, que ciertamente había ordenado Dios como ejercicios exteriores en aquel gobierno,sino que condenan el impío convencimiento que los hombres tenían de que por medio de aquellasobras aplacaban la ira de Dios, abandonando la fe.87] Y como ninguna obra aquieta la conciencia, se inventan obras nuevas, fuera de losmandamientos de Dios. El pueblo de Israel había visto a los profetas sacrificar en lugareselevados. Por otra parte, los ejemplos de los santos mueven en gran manera los ánimos, con laesperanza de que también con obras semejantes han de conseguir la gracia, como aquellos santosla consiguieron. Por eso empezó el pueblo con admirable celo a imitar esta obra, para conseguirpor medio de ella la remisión de pecados, la gracia y la justicia. Pero los profetas no habíansacrificado en lugares elevados para conseguir mediante aquellas obras el perdón de pecados y lagracia, sino porque enseñaban en aquellos lugares y daban por tanto desde allí testimonio de sufe.88] El pueblo había oído que Abraham había inmolado a su hijo. Por eso ellos quisieronaplacar a Dios por medio de la obra más costosa y cruel, y mataron también a sus hijos. PeroAbraham no inmolaba a su hijo creyendo que su obra era precio y propiciación para justificarse.89] Y así, en la Iglesia, fue instituida la Cena del Señor, para que por el recuerdo de laspromesas de Cristo, que se nos manifiestan en esta señal, se confirme en nosotros la fe,confesemos públicamente nuestra fe y proclamemos los beneficios de Cristo, como dice Pablo, 1ªCor. 11,26: Porque todas las veces que comiereis este pan, y bebiereis esta copa, la muerte delSeñor anunciáis hasta que él venga. Pero nuestros adversarios insisten en que la Misa es una obraque justifica ex opere operato, y quita el resto de la culpa y de la pena en aquellos para quienes secelebra. Así lo escribe Gabriel.90] Antonio, Bernardo, Domingo, Francisco, y otros Santos Padres, eligieron distintosgéneros de vida, para dedicarse, ya al estudio, ya a otros ejercicios útiles. Pero no por eso dejaban71

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