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LIBRO DE CONCORDIA COMPLETO - Escritura y Verdad

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les queda es entregarse a discusiones y contiendas afirmando que no se trata más que de donescreados o propiedades finitas como en el caso de los santos, que la naturaleza humana en Cristorecibió como donación y adorno. Además, partiendo de sus propios pensamientos y empleandosus propios razonamientos y demostraciones, intentan medir y calcular de qué puede o debe sercapaz o incapaz la naturaleza humana en Cristo sin quedar aniquilada.Pero la mejor, más acertada y más segura vía a seguir en esta controversia es admitir losiguiente: Nadie puede saber mejor o más a fondo que el Señor Cristo mismo qué es lo que Cristorecibió, según la asumida naturaleza humana, por medio de la unión, glorificación y exaltaciónpersonales, ni de qué es capaz su asumida naturaleza humana más allá de las propiedadesnaturales de la misma, y sin quedar aniquilada. El mismo Cristo empero nos lo ha revelado en supalabra hasta donde nos es necesario saberlo en esta vida. Aquello, pues, para lo cual la <strong>Escritura</strong>nos da testimonios claros y seguros respecto del caso que nos ocupa, hemos de creerlo con todasencillez y de ningún modo presentar argumentos en contra, como si la naturaleza humana enCristo no fuese capaz de ello.Ahora bien: Es correcto y cierto lo que se dice con respecto a los dones creados quefueron dados y comunicados a la naturaleza humana en Cristo, a saber: Que la naturaleza humanaposee estos dones en sí o de por sí. Sin embargo, dichos dones aún no alcanzan para explicar yobtener la majestad que la <strong>Escritura</strong>, y los antiguos Padres que se basaron en la <strong>Escritura</strong>,atribuyen a la naturaleza humana asumida en la persona de Cristo.En efecto: Dar vida, tener toda potestad para juzgar y gobernar en el cielo y en la tierra,tenerlo todo en sus manos, tenerlo todo sometido bajo sus pies, limpiar de pecados, etc., no sondones creados, sino propiedades divinas, infinitas, que no obstante fueron dadas y comunicadas alhombre Cristo, según declaraciones de la <strong>Escritura</strong> (Jn. 5:21, 27; 6:39-40; Mt. 28:18; Dn. 7:14;Jn. 3:13, 35; 13:3; Mt. 11:27; Ef. 1:22; He. 2:8; 1 Co. 15:27; Jn. 1:3, 10).Y que tales declaraciones han de entenderse no como una frase o modo de hablar, esdecir, como meras palabras, aplicables a la persona de Cristo según la naturaleza divinasolamente, sino según la naturaleza humana que asumió, lo comprueban los tres argumentos yrazones concluyentes e irrefutables que siguen a continuación.1. En primer lugar, es una regla aceptada unánimemente por la antigua iglesia ortodoxaentera que lo que Cristo recibió en el tiempo, lo recibió— así lo atestigua la Sagrada <strong>Escritura</strong>—no según la naturaleza divina (pues según ésta, lo posee todo desde la eternidad), sino que lapersona lo recibió en el tiempo según la naturaleza humana que asumió.2. En segundo lugar, la <strong>Escritura</strong> afirma claramente (Jn. 5:21, 27; 6:39-40), que el poderde dar vida y la autoridad de hacer juicio, le fueron dados a Cristo por cuanto es el Hijo delHombre y en cuanto tiene carne y sangre.3. En tercer lugar, la <strong>Escritura</strong> no habla sólo en términos generales de la persona del Hijodel Hombre, sino que apunta expresamente a la naturaleza humana que asumió al decir en 1ª Jn.1:7 que «la sangre de Jesucristo nos limpia de todo pecado», no sólo a raíz del mérito obtenidopor una vez en la cruz, sino que en el pasaje mencionado, Juan habla de que en la obra o elproceso de la justificación, nos limpia de todos los pecados no sólo la naturaleza divina en Cristosino también su sangre de un modo eficaz, es decir, efectivamente. Asimismo, según Jn. 6:48-58,la carne de Cristo es una comida que confiere vida, declaración que a su vez llevó al Concilio deÉfeso a la conclusión de que la carne de Cristo tiene el poder de dar vida. Respecto de esteartículo hay muchos excelentes testimonios más de la antigua iglesia ortodoxa, citados en otraspartes por los autores nuestros.403

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