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LIBRO DE CONCORDIA COMPLETO - Escritura y Verdad

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obediencia de Cristo, la cual, solamente por la fe, es atribuida, por mera gracia, a todos loscreyentes como justicia, y por causa de ella son absueltos de toda injusticia.Además de esta controversia, ha habido otras disputas respecto al artículo de lajustificación. Éstas han sido ocasionadas por el ínterin (en la ocasión de la Fórmula del ínterin ode la Interreligión) y otras causas. Estas disputas serán explicadas en la antítesis, esto es, en laexposición de aquellos errores que son contrarios a la pura doctrina enseñada en este artículo.Este artículo respecto de la justificación por la fe, según dice la Apología, es el artículoprincipal de toda la doctrina cristiana, sin el cual ninguna conciencia atribulada puede tener firmeconsuelo, ni puede conocer a fondo las riquezas de la gracia de Cristo, como lo ha afirmadotambién el Dr. Lutero: «Si este solo artículo permanece incólume en el campo de batalla, laiglesia cristiana también permanece pura y en buena armonía y libre de sectas; pero si esteartículo es abatido, no es posible resistir ningún error o espíritu fanático». Y respecto a esteartículo dice San Pablo en particular: «Un poco de levadura leuda toda la masa» (1ª Co. 5:6). Espor esta razón que al tratar este artículo el apóstol recalca con mucha diligencia y no menos celolas partículas excluyentes, es decir, las partículas mediante las cuales se excluyen las obrashumanas. Estas partículas son: Sin la ley, sin las obras, por la gracia (1ª Co. 5:6; Gá. 5:9). Elapóstol lo hace a fin de demostrar cuan necesario es respecto a este artículo no sólo presentar ladoctrina pura, sino también exponer y rechazar por separado la antítesis, o sea, todas las doctrinascontrarias.Por lo tanto, a fin de explicar esta controversia de un modo cristiano mediante la palabrade Dios y, por la gracia divina, resolverla, declaramos lo siguiente en cuanto a nuestra doctrina,fe y confesión:En lo que respecta a la justicia de la fe que vale delante de Dios, creemos, enseñamos yconfesamos unánimemente, de acuerdo con el compendio ya expuesto acerca de nuestra fe yconfesión, que el pobre hombre pecador es justificado delante de Dios, esto es, absuelto ydeclarado libre y exento de todos sus pecados y de la bien merecida sentencia de la condenación,y hecho hijo y heredero de la vida eterna, sin ningún mérito o dignidad alguna de nuestra parte, ysin ningunas obras precedentes, presentes o subsiguientes, de pura gracia, sólo por causa delúnico mérito, completa obediencia, amarga pasión y muerte, y resurrección de nuestro SeñorJesucristo, cuya obediencia se nos cuenta a nosotros por justicia.Estos tesoros nos los ofrece el Espíritu Santo en la promesa del santo evangelio; y la fesola es el único medio por el cual nos asimos de ellos, los aceptamos, y nos los aplicamos yapropiamos. Esta fe es un don de Dios. Por medio de este don aprendemos en verdad a conocer aCristo, nuestro Redentor, en la palabra del evangelio, y a confiar en que por causa de suobediencia tenemos, por la gracia, el perdón de los pecados, somos considerados justos por Diosel Padre y eternamente salvos. De modo que se considera y entiende lo mismo que cuando SanPablo dice que somos justificados por la fe (Ro. 3:28); o que la fe nos es atribuida por justicia(Ro. 4:5), y cuando dice que por la obediencia de Uno somos constituidos justos (Ro. 5:19), quepor una justicia no porque sea una obra tan buena o una virtud tan ilustre, sino porque acepta y seapropia los méritos de Cristo que son ofrecidos en el evangelio; pues éstos se nos tienen queaplicar por la fe si es que hemos de ser justificados por ellos. Por lo tanto, la justicia que por puragracia es atribuida a la fe o al creyente es la obediencia, la pasión y la resurrección de Cristo,pues él ha satisfecho la ley por nosotros y ha pagado nuestros pecados. Pues ya que Cristo no esúnicamente hombre, sino que es Dios y hombre—en una sola persona indivisible—taninnecesario le era estar sujeto a la ley (porque es Señor de la ley) como le era padecer y morir porsu propia persona. Por esta razón, pues, su obediencia (no sólo al padecer y morir, sino también alsometerse voluntariamente a la ley y al cumplirla mediante esa obediencia) se nos atribuye para360

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