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El Conflicto de los Siglos por Elena de White [Nueva Ed.]

Se recrudece una guerra espiritual. Embatallados en El Conflicto de los Siglos, desde la eternidad pasada hasta los tiempos actuales, se están luchando dos fuerzas una contra el otra por la soberanía universal. Este libro se explica cómo inició la guerra, cómo llegará el punto culminante y cómo se terminará. Con desarrollos muy chocantes que pican la mente y despiertan las ascuas del alma, también la obra ilumina la visión y da revelación acerca de la manipulación espiritual, la política mundial, los regímenes represivos, los movimientos religiosos, los derechos y las libertades amenazados y la decodificación del misterio de la profecía.

Se recrudece una guerra espiritual. Embatallados en El Conflicto de los Siglos, desde la eternidad pasada hasta los tiempos actuales, se están luchando dos fuerzas una contra el otra por la soberanía universal. Este libro se explica cómo inició la guerra, cómo llegará el punto culminante y cómo se terminará. Con desarrollos muy chocantes que pican la mente y despiertan las ascuas del alma, también la obra ilumina la visión y da revelación acerca de la manipulación espiritual, la política mundial, los regímenes represivos, los movimientos religiosos, los derechos y las libertades amenazados y la decodificación del misterio de la profecía.

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<strong>El</strong> <strong>Conflicto</strong> <strong>de</strong> <strong>los</strong> Sig<strong>los</strong><br />

alta o baja graduación, a que me probéis, <strong>por</strong> <strong>los</strong> escritos <strong>de</strong> <strong>los</strong> profetas y <strong>de</strong> <strong>los</strong> apóstoles, que he errado.<br />

Así que me hayáis convencido, retractaré todos mis errores y seré el primero en echar mano <strong>de</strong> mis<br />

escritos para arrojar<strong>los</strong> a las llamas. "Lo que acabo <strong>de</strong> <strong>de</strong>cir muestra claramente que he consi<strong>de</strong>rado y<br />

pesado bien <strong>los</strong> peligros a que me expongo; pero lejos <strong>de</strong> acobardarme, es para mí motivo <strong>de</strong> gozo ver<br />

que el Evangelio es hoy día lo que antes, una causa <strong>de</strong> disturbio y <strong>de</strong> discordia. Este es el carácter y el<br />

<strong>de</strong>stino <strong>de</strong> la Palabra <strong>de</strong> Dios. 'No vine a traeros paz, sino guerra,' dijo Jesucristo. Dios es admirable y<br />

terrible en sus juicios; temamos que al preten<strong>de</strong>r reprimir las discordias, persigamos la Palabra <strong>de</strong> Dios,<br />

y hagamos caer sobre nosotros un diluvio <strong>de</strong> irresistibles peligros, <strong>de</strong>sastres presentes y <strong>de</strong>solaciones<br />

eternas.... Yo pudiera citar ejemp<strong>los</strong> sacados <strong>de</strong> la Sagrada Escritura, y hablaros <strong>de</strong> Faraón, <strong>de</strong> <strong>los</strong> reyes<br />

<strong>de</strong> Babilonia y <strong>de</strong> <strong>los</strong> <strong>de</strong> Israel, quienes jamás obraron con más eficacia para su ruina, que cuando <strong>por</strong><br />

consejos en apariencia muy sabios, pensaban consolidar su imperio. Dios 'remueve las montañas y las<br />

<strong>de</strong>rriba antes que lo perciban.' " —Ibid.<br />

Lutero había hablado en alemán; se le pidió que repitiera su discurso en latín. Y aunque rendido<br />

<strong>por</strong> el primer esfuerzo, hizo lo que se le pedía y repitió su discurso en latín, con la misma energía y<br />

claridad que la primera vez. La provi<strong>de</strong>ncia <strong>de</strong> Dios dirigió este asunto. La mente <strong>de</strong> muchos <strong>de</strong> <strong>los</strong><br />

príncipes estaba tan cegada <strong>por</strong> el error y la superstición que la primera vez no apreciaron la fuerza <strong>de</strong><br />

<strong>los</strong> argumentos <strong>de</strong> Lutero; pero al repetir<strong>los</strong> el orador pudieron darse mejor cuenta <strong>de</strong> <strong>los</strong> puntos<br />

<strong>de</strong>sarrollados <strong>por</strong> él. Aquel<strong>los</strong> que cerraban obstinadamente <strong>los</strong> ojos para no ver la luz, resueltos ya a no<br />

aceptar la verdad, se llenaron <strong>de</strong> ira al oír las po<strong>de</strong>rosas palabras <strong>de</strong> Lutero.<br />

Tan luego como hubo <strong>de</strong>jado <strong>de</strong> hablar, el que tenía que contestar en nombre <strong>de</strong> la dieta le dijo<br />

con indignación: "No habéis respondido a la pregunta que se os ha hecho.... Se exige <strong>de</strong> vos una respuesta<br />

clara y precisa. ¿Queréis retractaros, sí o no?" <strong>El</strong> reformador contestó: "Ya que su serenísima majestad<br />

y sus altezas exigen <strong>de</strong> mí una respuesta sencilla, clara y precisa, voy a darla, y es ésta: Yo no puedo<br />

someter mi fe ni al papa ni a <strong>los</strong> concilios, <strong>por</strong>que es tan claro como la luz <strong>de</strong>l día que el<strong>los</strong> han caído<br />

muchas veces en el error así como en muchas contradicciones consigo mismos. Por lo cual, si no se me<br />

convence con testimonios bíblicos, o con razones evi<strong>de</strong>ntes, y si no se me persua<strong>de</strong> con <strong>los</strong> mismos texto<br />

que yo he citado, y si no sujetan mi conciencia a la Palabra <strong>de</strong> Dios, yo no puedo ni quiero retractar nada,<br />

<strong>por</strong> no ser digno <strong>de</strong> un cristiano hablar contra su conciencia. Heme aquí; no me es dable hacerlo <strong>de</strong> otro<br />

modo. ¡Que Dios me ayu<strong>de</strong>! ¡Amén!" — Ibid. Así se mantuvo este hombre recto en el firme fundamento<br />

<strong>de</strong> la Palabra <strong>de</strong> Dios. La luz <strong>de</strong>l cielo iluminaba su rostro. La gran<strong>de</strong>za y pureza <strong>de</strong> su carácter, el gozo<br />

y la paz <strong>de</strong> su corazón eran manifiestos a todos <strong>los</strong> que le oían dar su testimonio contra el error, y veían<br />

en él esa fe que vence al mundo.<br />

La asamblea entera quedó un rato muda <strong>de</strong> asombro. La primera vez había hablado Lutero en tono<br />

respetuoso y bajo, en actitud casi sumisa. Los romanistas habían interpretado todo esto como prueba<br />

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