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El Conflicto de los Siglos por Elena de White [Nueva Ed.]

Se recrudece una guerra espiritual. Embatallados en El Conflicto de los Siglos, desde la eternidad pasada hasta los tiempos actuales, se están luchando dos fuerzas una contra el otra por la soberanía universal. Este libro se explica cómo inició la guerra, cómo llegará el punto culminante y cómo se terminará. Con desarrollos muy chocantes que pican la mente y despiertan las ascuas del alma, también la obra ilumina la visión y da revelación acerca de la manipulación espiritual, la política mundial, los regímenes represivos, los movimientos religiosos, los derechos y las libertades amenazados y la decodificación del misterio de la profecía.

Se recrudece una guerra espiritual. Embatallados en El Conflicto de los Siglos, desde la eternidad pasada hasta los tiempos actuales, se están luchando dos fuerzas una contra el otra por la soberanía universal. Este libro se explica cómo inició la guerra, cómo llegará el punto culminante y cómo se terminará. Con desarrollos muy chocantes que pican la mente y despiertan las ascuas del alma, también la obra ilumina la visión y da revelación acerca de la manipulación espiritual, la política mundial, los regímenes represivos, los movimientos religiosos, los derechos y las libertades amenazados y la decodificación del misterio de la profecía.

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<strong>El</strong> <strong>Conflicto</strong> <strong>de</strong> <strong>los</strong> Sig<strong>los</strong><br />

<strong>de</strong> terrible agonía. De día y <strong>de</strong> noche claman a Dios para que <strong>los</strong> libre. Los ma<strong>los</strong> triunfan y se oye este<br />

grito <strong>de</strong> burla: "¿Dón<strong>de</strong> está ahora vuestra fe? ¿Por qué no os libra Dios <strong>de</strong> nuestras manos si sois<br />

verda<strong>de</strong>ramente su pueblo?"<br />

Pero mientras esos fieles cristianos aguardan, recuerdan que cuando Jesús estaba muriendo en la<br />

cruz <strong>de</strong>l Calvario <strong>los</strong> sacerdotes y príncipes gritaban en tono <strong>de</strong> mofa: "A otros salvó, a sí mismo no<br />

pue<strong>de</strong> salvar: si es el Rey <strong>de</strong> Israel, <strong>de</strong>scienda ahora <strong>de</strong> la cruz, y creeremos en él." (S. Mateo 27: 42.)<br />

Como Jacob, todos luchan con Dios. Sus semblantes expresan la agonía <strong>de</strong> sus almas. Están pálidos,<br />

pero no <strong>de</strong>jan <strong>de</strong> orar con fervor. Si <strong>los</strong> hombres tuviesen la visión <strong>de</strong>l cielo, verían compañías <strong>de</strong> ángeles<br />

po<strong>de</strong>rosos en fuerza estacionados en torno <strong>de</strong> <strong>los</strong> que han guardado la palabra <strong>de</strong> la paciencia <strong>de</strong> Cristo.<br />

Con ternura y simpatía, <strong>los</strong> ángeles han presenciado la angustia <strong>de</strong> el<strong>los</strong> y han escuchado sus oraciones.<br />

Aguardan la or<strong>de</strong>n <strong>de</strong> su jefe para arrancar<strong>los</strong> al peligro. Pero tienen que esperar un poco más. <strong>El</strong> pueblo<br />

<strong>de</strong> Dios tiene que beber <strong>de</strong> la copa y ser bautizado con el bautismo. La misma dilación que es tan penosa<br />

para el<strong>los</strong>, es la mejor respuesta a sus oraciones. Mientras procuran esperar con confianza que el Señor<br />

obre, son inducidos a ejercitar su fe, esperanza y paciencia como no lo hicieron durante su experiencia<br />

religiosa anterior. Sin embargo, el tiempo <strong>de</strong> angustia será acortado <strong>por</strong> amor <strong>de</strong> <strong>los</strong> elegidos. "¿Y acaso<br />

Dios no <strong>de</strong>fen<strong>de</strong>rá la causa <strong>de</strong> sus escogidos, que claman a él día y noche? . . . Os digo que <strong>de</strong>fen<strong>de</strong>rá su<br />

causa presto." (S. Lucas 18: 7, 8, V.M.) <strong>El</strong> fin vendrá más pronto <strong>de</strong> lo que <strong>los</strong> hombres esperan. <strong>El</strong> trigo<br />

será recogido y atado en gavillas para el granero <strong>de</strong> Dios; la cizaña será amarrada en haces para <strong>los</strong><br />

fuegos <strong>de</strong>structores.<br />

Los centinelas celestiales, fieles a su cometido, siguen vigilando. Por más que un <strong>de</strong>creto general<br />

haya fijado el tiempo en que <strong>los</strong> observadores <strong>de</strong> <strong>los</strong> mandamientos puedan ser muertos, sus enemigos,<br />

en algunos casos, se anticiparán al <strong>de</strong>creto y tratarán <strong>de</strong> quitarles la vida antes <strong>de</strong>l tiempo fijado. Pero<br />

nadie pue<strong>de</strong> atravesar el cordón <strong>de</strong> <strong>los</strong> po<strong>de</strong>rosos guardianes colocados en torno <strong>de</strong> cada fiel. Algunos<br />

son atacados al huir <strong>de</strong> las ciuda<strong>de</strong>s y villas. Pero las espadas levantadas contra el<strong>los</strong> se quiebran y caen<br />

como si fueran <strong>de</strong> paja. Otros son <strong>de</strong>fendidos <strong>por</strong> ángeles en forma <strong>de</strong> guerreros. En todos <strong>los</strong> tiempos<br />

Dios se valió <strong>de</strong> santos ángeles para socorrer y librar a su pueblo. Los seres celestiales tomaron parte<br />

activa en <strong>los</strong> asuntos <strong>de</strong> <strong>los</strong> hombres. Aparecieron con vestiduras que relucían como el rayo; vinieron<br />

como hombres en traje <strong>de</strong> caminantes. Hubo casos en que aparecieron ángeles en forma humana a <strong>los</strong><br />

siervos <strong>de</strong> Dios. Descansaron bajo <strong>los</strong> robles al mediodía como si hubiesen estado cansados. Aceptaron<br />

la hospitalidad en hogares humanos. Sirvieron <strong>de</strong> guías a viajeros extraviados. Con sus propias manos<br />

encendieron <strong>los</strong> fuegos <strong>de</strong>l altar. Abrieron las puertas <strong>de</strong> las cárceles y libertaron a <strong>los</strong> siervos <strong>de</strong>l Señor.<br />

Vestidos <strong>de</strong> la armadura celestial, vinieron para quitar la piedra <strong>de</strong> sepulcro <strong>de</strong>l Salvador. A<br />

menudo suele haber ángeles en forma humana en las asambleas <strong>de</strong> <strong>los</strong> justos, y visitan también las <strong>de</strong><br />

<strong>los</strong> impíos, como lo hicieron en Sodoma para tomar nota <strong>de</strong> sus actos y para <strong>de</strong>terminar si excedieron<br />

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