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El Conflicto de los Siglos por Elena de White [Nueva Ed.]

Se recrudece una guerra espiritual. Embatallados en El Conflicto de los Siglos, desde la eternidad pasada hasta los tiempos actuales, se están luchando dos fuerzas una contra el otra por la soberanía universal. Este libro se explica cómo inició la guerra, cómo llegará el punto culminante y cómo se terminará. Con desarrollos muy chocantes que pican la mente y despiertan las ascuas del alma, también la obra ilumina la visión y da revelación acerca de la manipulación espiritual, la política mundial, los regímenes represivos, los movimientos religiosos, los derechos y las libertades amenazados y la decodificación del misterio de la profecía.

Se recrudece una guerra espiritual. Embatallados en El Conflicto de los Siglos, desde la eternidad pasada hasta los tiempos actuales, se están luchando dos fuerzas una contra el otra por la soberanía universal. Este libro se explica cómo inició la guerra, cómo llegará el punto culminante y cómo se terminará. Con desarrollos muy chocantes que pican la mente y despiertan las ascuas del alma, también la obra ilumina la visión y da revelación acerca de la manipulación espiritual, la política mundial, los regímenes represivos, los movimientos religiosos, los derechos y las libertades amenazados y la decodificación del misterio de la profecía.

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<strong>El</strong> <strong>Conflicto</strong> <strong>de</strong> <strong>los</strong> Sig<strong>los</strong><br />

uno contemple a menudo <strong>de</strong> antemano la solemne escena <strong>de</strong>l juicio en sesión, cuando serán abiertos <strong>los</strong><br />

libros, cuando con Daniel, cada cual tendrá que estar en pie al fin <strong>de</strong> <strong>los</strong> días!<br />

Todos <strong>los</strong> que han recibido la luz sobre estos asuntos <strong>de</strong>ben dar testimonio <strong>de</strong> las gran<strong>de</strong>s verda<strong>de</strong>s<br />

que Dios les ha confiado. <strong>El</strong> santuario en el cielo es el centro mismo <strong>de</strong> la obra <strong>de</strong> Cristo en favor <strong>de</strong> <strong>los</strong><br />

hombres. Concierne a toda alma que vive en la tierra. Nos revela el plan <strong>de</strong> la re<strong>de</strong>nción, nos conduce<br />

hasta el fin mismo <strong>de</strong>l tiempo y anuncia el triunfo final <strong>de</strong> la lucha entre la justicia y el pecado. Es <strong>de</strong> la<br />

mayor im<strong>por</strong>tancia que todos investiguen a fondo estos asuntos, y que estén siempre prontos a dar<br />

respuesta a todo aquel que les pidiere razón <strong>de</strong> la esperanza que hay en el<strong>los</strong>. La intercesión <strong>de</strong> Cristo<br />

<strong>por</strong> el hombre en el santuario celestial es tan esencial para el plan <strong>de</strong> la salvación como lo fue su muerte<br />

en la cruz. Con su muerte dio principio a aquella obra para cuya conclusión ascendió al cielo <strong>de</strong>spués <strong>de</strong><br />

su resurrección. Por la fe <strong>de</strong>bemos entrar velo a<strong>de</strong>ntro, "don<strong>de</strong> entró <strong>por</strong> nosotros como precursor Jesús."<br />

(Hebreos 6: 20.) Allí se refleja la luz <strong>de</strong> la cruz <strong>de</strong>l Calvario; y allí po<strong>de</strong>mos obtener una comprensión<br />

más clara <strong>de</strong> <strong>los</strong> misterios <strong>de</strong> la re<strong>de</strong>nción, La salvación <strong>de</strong>l hombre se cumple a un precio infinito para<br />

el cielo; el sacrificio hecho correspon<strong>de</strong> a las más amplias exigencias <strong>de</strong> la ley <strong>de</strong> Dios quebrantada.<br />

Jesús abrió el camino que lleva al trono <strong>de</strong>l Padre, y <strong>por</strong> su mediación pue<strong>de</strong>n ser presentados ante Dios<br />

<strong>los</strong> <strong>de</strong>seos sinceros <strong>de</strong> todos <strong>los</strong> que a él se allegan con fe.<br />

"<strong>El</strong> que encubre sus transgresiones, no prosperará; mas el que las confiesa y las abandona,<br />

alcanzará misericordia." (Proverbios 28: 13, V.M.) Si <strong>los</strong> que escon<strong>de</strong>n y disculpan sus faltas pudiesen<br />

ver cómo Satanás se alegra <strong>de</strong> ello, y <strong>los</strong> usa para <strong>de</strong>safiar a Cristo y sus santos ángeles, se apresurarían<br />

a confesar sus pecados, y a renunciar a el<strong>los</strong>. De <strong>los</strong> <strong>de</strong>fectos <strong>de</strong> carácter se vale Satanás para intentar<br />

dominar toda la mente, y sabe muy bien que si se conservan estos <strong>de</strong>fectos, lo logrará. De ahí que trate<br />

constantemente <strong>de</strong> engañar a <strong>los</strong> discípu<strong>los</strong> <strong>de</strong> Cristo con su fatal sofisma <strong>de</strong> que les es imposible vencer.<br />

Pero Jesús aboga en su favor con sus manos heridas, su cuerpo quebrantado, y <strong>de</strong>clara a todos <strong>los</strong> que<br />

quieran seguirle: "Bástate mi gracia." (2 Corintios 12: 9.) Llevad mi yugo sobre vosotros, y apren<strong>de</strong>d<br />

<strong>de</strong> mi, que soy manso y humil<strong>de</strong> <strong>de</strong> corazón; y hallaréis <strong>de</strong>scanso para vuestras almas. Porque mi yugo<br />

es fácil, y ligera mi carga." (S. Mateo 11: 29, 30.)<br />

Nadie consi<strong>de</strong>re, pues, sus <strong>de</strong>fectos como incurables. Dios conce<strong>de</strong>rá fe y gracia para vencer<strong>los</strong>.<br />

Estamos viviendo ahora en el gran día <strong>de</strong> la expiación. Cuando en el servicio simbólico el sumo sacerdote<br />

hacia la propiciación <strong>por</strong> Israel, todos <strong>de</strong>bían afligir sus almas arrepintiéndose <strong>de</strong> sus pecados y<br />

humillándose ante el Señor, si no querían verse separados <strong>de</strong>l pueblo. De la misma manera, todos <strong>los</strong><br />

que <strong>de</strong>sean que sus nombres sean conservados en el libro <strong>de</strong> la vida, <strong>de</strong>ben ahora, en <strong>los</strong> pocos días que<br />

les quedan <strong>de</strong> este tiempo <strong>de</strong> gracia, afligir sus almas ante Dios con verda<strong>de</strong>ro arrepentimiento y dolor<br />

<strong>por</strong> sus pecados. Hay que escudriñar honda y sinceramente el corazón. Hay que <strong>de</strong>poner el espíritu<br />

liviano y frívolo al que se entregan tantos cristianos <strong>de</strong> profesión. Empeñada lucha espera a todos<br />

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