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El Conflicto de los Siglos por Elena de White [Nueva Ed.]

Se recrudece una guerra espiritual. Embatallados en El Conflicto de los Siglos, desde la eternidad pasada hasta los tiempos actuales, se están luchando dos fuerzas una contra el otra por la soberanía universal. Este libro se explica cómo inició la guerra, cómo llegará el punto culminante y cómo se terminará. Con desarrollos muy chocantes que pican la mente y despiertan las ascuas del alma, también la obra ilumina la visión y da revelación acerca de la manipulación espiritual, la política mundial, los regímenes represivos, los movimientos religiosos, los derechos y las libertades amenazados y la decodificación del misterio de la profecía.

Se recrudece una guerra espiritual. Embatallados en El Conflicto de los Siglos, desde la eternidad pasada hasta los tiempos actuales, se están luchando dos fuerzas una contra el otra por la soberanía universal. Este libro se explica cómo inició la guerra, cómo llegará el punto culminante y cómo se terminará. Con desarrollos muy chocantes que pican la mente y despiertan las ascuas del alma, también la obra ilumina la visión y da revelación acerca de la manipulación espiritual, la política mundial, los regímenes represivos, los movimientos religiosos, los derechos y las libertades amenazados y la decodificación del misterio de la profecía.

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<strong>El</strong> <strong>Conflicto</strong> <strong>de</strong> <strong>los</strong> Sig<strong>los</strong><br />

la fe. <strong>El</strong> pueblo cristiano es el verda<strong>de</strong>ro pueblo <strong>de</strong> Dios." — D'Aubigné, Histoire <strong>de</strong> la Réformation du<br />

seizième siècle, lib. 6, cap. 6.<br />

En otro tratado se enseñaba que el verda<strong>de</strong>ro cristiano, al ejercer la libertad que da la fe, tiene<br />

buen cuidado también en respetar <strong>los</strong> po<strong>de</strong>res establecidos. <strong>El</strong> amor a sus semejantes le induce a <strong>por</strong>tarse<br />

<strong>de</strong> un modo circunspecto y a ser leal a <strong>los</strong> que gobiernan el país. "Aunque el cristiano . . . [sea] libre, se<br />

hace voluntariamente siervo, para obrar con sus hermanos como Dios obró con él mismo <strong>por</strong> Jesucristo."<br />

"Yo quiero —dice el autor— servir libre, gozosa y <strong>de</strong>sinteresadamente. a un Padre que me ha dado toda<br />

la abundancia <strong>de</strong> sus bienes; quiero obrar hacia mis hermanos, así como Cristo obró hacia mí." "De la fe<br />

—prosigue el autor— dimana una vida llena <strong>de</strong> libertad, <strong>de</strong> caridad y <strong>de</strong> alegría. ¡Oh! ¡cuán elevada y<br />

noble es la vida <strong>de</strong>l cristiano! . . . Por la fe se eleva el cristiano hasta Dios; <strong>por</strong> el amor, <strong>de</strong>scien<strong>de</strong> hasta<br />

al hombre; y no obstante permanece siempre en Dios. He aquí la verda<strong>de</strong>ra libertad; libertad que<br />

sobrepuja a toda otra libertad, tanto como <strong>los</strong> cie<strong>los</strong> distan <strong>de</strong> la tierra." —D'Aubigné, Historia <strong>de</strong> la<br />

Reforma <strong>de</strong>l siglo XVI, lib. 6, cap. 7. Estas exposiciones <strong>de</strong> la libertad <strong>de</strong>l Evangelio no podían <strong>de</strong>jar <strong>de</strong><br />

llamar la atención en un país don<strong>de</strong> el amor a la libertad era tan arraigado. Los tratados y folletos pasaron<br />

<strong>de</strong> mano en mano. Los amigos <strong>de</strong>l movimiento evangélico en Suiza, Alemania y <strong>los</strong> Países Bajos seguían<br />

mandando a España gran número <strong>de</strong> publicaciones. No era tarea fácil para <strong>los</strong> comerciantes burlar la<br />

vigilancia <strong>de</strong> <strong>los</strong> esbirros <strong>de</strong> la Inquisición, que hacían cuanto podían para acabar con las doctrinas<br />

reformadas, contrarrestando la ola <strong>de</strong> literatura que iba inundando al país.*<br />

No obstante, <strong>los</strong> amigos <strong>de</strong> la causa perseveraron, hasta que muchos miles <strong>de</strong> tratados y <strong>de</strong> libritos<br />

fueron introducidos <strong>de</strong> contrabando, burlando la vigilancia <strong>de</strong> <strong>los</strong> agentes apostados en <strong>los</strong> principales<br />

puertos <strong>de</strong>l Mediterráneo y a lo largo <strong>de</strong> <strong>los</strong> pasos <strong>de</strong>l Pirineo. A veces se metían estas publicaciones<br />

<strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> fardos <strong>de</strong> heno o <strong>de</strong> yute (cáñamo <strong>de</strong> las Indias), o en barriles <strong>de</strong> vino <strong>de</strong> Borgoña o <strong>de</strong><br />

Champaña. (H. C. Lea, Chapters from the Religious History of Spain, pág. 28.) A veces iban<br />

empaquetadas en un barril interior impermeable <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> otro barril más gran<strong>de</strong> lleno <strong>de</strong> vino. Año tras<br />

año, durante la mayor parte <strong>de</strong>l siglo décimosexto, hiciéronse esfuerzos constantes para abastecer al<br />

pueblo con Testamentos y Biblias en castellano y con <strong>los</strong> escritos <strong>de</strong> <strong>los</strong> reformadores. Era una época en<br />

que "la Palabra impresa había tomado un vuelo que la llevaba, como el viento lleva las semillas, hasta<br />

<strong>los</strong> países más remotos." —D'Aubigné, lib. 1, cap. 9. Entretanto, la Inquisición trataba <strong>de</strong> impedir con<br />

redoblada vigilancia que dichos libros llegasen a manos <strong>de</strong>l pueblo. "Los dueños <strong>de</strong> librerías tuvieron<br />

que entregarle tantos libros, que casi se arruinaban." —Dr. J. P. Fisher, Historia <strong>de</strong> la Reformación, pág.<br />

359. <strong>Ed</strong>iciones enteras fueron confiscadas, y no obstante ejemplares <strong>de</strong> obras im<strong>por</strong>tantes, inclusive<br />

muchos Nuevos Testamentos y <strong>por</strong>ciones <strong>de</strong>l Antiguo, llegaban a <strong>los</strong> hogares <strong>de</strong>l pueblo, merced a <strong>los</strong><br />

esfuerzos <strong>de</strong> <strong>los</strong> comerciantes y col<strong>por</strong>tores. Esto sucedía así especialmente en las provincias <strong>de</strong>l norte,<br />

en Cataluña, Aragón y Castilla la Vieja, don<strong>de</strong> <strong>los</strong> val<strong>de</strong>nses habían sembrado pacientemente la semilla<br />

que empezaba a brotar y que prometía abundante cosecha.*<br />

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