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El Conflicto de los Siglos por Elena de White [Nueva Ed.]

Se recrudece una guerra espiritual. Embatallados en El Conflicto de los Siglos, desde la eternidad pasada hasta los tiempos actuales, se están luchando dos fuerzas una contra el otra por la soberanía universal. Este libro se explica cómo inició la guerra, cómo llegará el punto culminante y cómo se terminará. Con desarrollos muy chocantes que pican la mente y despiertan las ascuas del alma, también la obra ilumina la visión y da revelación acerca de la manipulación espiritual, la política mundial, los regímenes represivos, los movimientos religiosos, los derechos y las libertades amenazados y la decodificación del misterio de la profecía.

Se recrudece una guerra espiritual. Embatallados en El Conflicto de los Siglos, desde la eternidad pasada hasta los tiempos actuales, se están luchando dos fuerzas una contra el otra por la soberanía universal. Este libro se explica cómo inició la guerra, cómo llegará el punto culminante y cómo se terminará. Con desarrollos muy chocantes que pican la mente y despiertan las ascuas del alma, también la obra ilumina la visión y da revelación acerca de la manipulación espiritual, la política mundial, los regímenes represivos, los movimientos religiosos, los derechos y las libertades amenazados y la decodificación del misterio de la profecía.

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<strong>El</strong> <strong>Conflicto</strong> <strong>de</strong> <strong>los</strong> Sig<strong>los</strong><br />

luteranismo." Empero, como a otros muchos, la Provi<strong>de</strong>ncia le condujo a la Biblia, y quedó maravillado<br />

<strong>de</strong> hallar en ella, "no las doctrinas <strong>de</strong> Roma, sino las doctrinas <strong>de</strong> Lutero." —Wylie, lib. 13, cap. 9. Des<strong>de</strong><br />

entonces se entregó con entera <strong>de</strong>voción a la causa <strong>de</strong>l Evangelio. "Siendo el más instruido entre todos<br />

<strong>los</strong> nobles <strong>de</strong> Francia," su genio y elocuencia y su valor indómito y su celo heroico, tanto como su<br />

privanza en la corte —<strong>por</strong> ser favorito <strong>de</strong>l rey— lo hicieron consi<strong>de</strong>rar <strong>por</strong> muchos como el que estaba<br />

<strong>de</strong>stinado a ser el reformador <strong>de</strong> su país. Beza dijo: "Berquin hubiera sido un segundo Lutero, <strong>de</strong> haber<br />

hallado en Francisco I un segundo <strong>El</strong>ector." Los papistas <strong>de</strong>cían: "Es peor que Lutero. —Ibid. Y<br />

efectivamente, era más temido que Lutero <strong>por</strong> <strong>los</strong> romanistas <strong>de</strong> Francia. Le echaron en la cárcel <strong>por</strong><br />

hereje, pero el rey mandó soltarle. La lucha duró varios años. Francisco fluctuaba entre Roma y la<br />

Reforma, tolerando y restringiendo alternadamente el celo bravío <strong>de</strong> <strong>los</strong> frailes. Tres veces fue apresado<br />

Berquin <strong>por</strong> las autorida<strong>de</strong>s papales, para ser librado otras tantas <strong>por</strong> el monarca, quien, admirando su<br />

genio y la nobleza <strong>de</strong> su carácter, se negó a sacrificarle a la malicia <strong>de</strong>l clero.<br />

Berquin fue avisado repetidas veces <strong>de</strong>l peligro que le amenazaba en Francia e instado para que<br />

siguiera el ejemplo <strong>de</strong> aquel<strong>los</strong> que habían hallado seguridad en un <strong>de</strong>stierro voluntario. <strong>El</strong> tímido y<br />

contem<strong>por</strong>izador Erasmo, que con todo el esplendor <strong>de</strong> su erudición carecía sin embargo <strong>de</strong> la gran<strong>de</strong>za<br />

moral que mantiene la vida y el honor subordinados a la verdad, escribió a Berquin: Solicita que te<br />

man<strong>de</strong>n <strong>de</strong> embajador al extranjero; ve y viaja <strong>por</strong> Alemania. Ya sabes lo que es Beda, un monstruo <strong>de</strong><br />

mil cabezas, que <strong>de</strong>stila ponzoña <strong>por</strong> todas partes. Tus enemigos son legión. Aunque fuera tu causa mejor<br />

que la <strong>de</strong> Cristo, no te <strong>de</strong>jarán en paz hasta que hayan acabado miserablemente contigo. No te fíes mucho<br />

<strong>de</strong> la protección <strong>de</strong>l rey. Y sobre todas las cosas, te encarezco que no me comprometas con la facultad<br />

<strong>de</strong> teología." —Ibid. Pero cuanto más cuerpo iban tomando <strong>los</strong> peligros, más se afirmaba el fervor <strong>de</strong><br />

Berquin. Lejos <strong>de</strong> adoptar la política y el egoísmo que Erasmo le aconsejara, resolvió emplear medios<br />

más enérgicos y eficaces. No quería ya tan sólo seguir siendo <strong>de</strong>fensor <strong>de</strong> la verdad, sino que iba a<br />

intentar atacar el error. <strong>El</strong> cargo <strong>de</strong> herejía que <strong>los</strong> romanistas procuraban echarle encima, él iba a<br />

<strong>de</strong>volvérselo. Los más activos y acerbos <strong>de</strong> sus opositores eran <strong>los</strong> sabios doctores y frailes <strong>de</strong> la facultad<br />

<strong>de</strong> teología <strong>de</strong> la universidad <strong>de</strong> París, una <strong>de</strong> las más altas autorida<strong>de</strong>s eclesiásticas <strong>de</strong> la capital y <strong>de</strong> la<br />

nación. De <strong>los</strong> escritos <strong>de</strong> estos doctores entresacó Berquin doce proposiciones, que <strong>de</strong>claró<br />

públicamente "contrarias a la Biblia, y <strong>por</strong> lo tanto heréticas; y apeló al rey para que actuara <strong>de</strong> juez en<br />

la controversia. <strong>El</strong> monarca, no <strong>de</strong>scontento <strong>de</strong> poner frente a frente el po<strong>de</strong>r y la inteligencia <strong>de</strong><br />

campeones opuestos, y <strong>de</strong> tener la o<strong>por</strong>tunidad <strong>de</strong> humillar la soberbia <strong>de</strong> <strong>los</strong> altivos frailes, or<strong>de</strong>nó a <strong>los</strong><br />

romanistas que <strong>de</strong>fendiesen su causa con la Biblia. Bien sabían éstos que semejante arma <strong>de</strong> poco les<br />

serviría; la cárcel, el tormento y la hoguera eran las armas que mejor sabían manejar. Cambiadas estaban<br />

las suertes y el<strong>los</strong> se veían a punto <strong>de</strong> caer en la sima a que habían querido echar a Berquin. Puestos así<br />

en aprieto no buscaban más que un modo <strong>de</strong> escapar.<br />

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