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El Conflicto de los Siglos por Elena de White [Nueva Ed.]

Se recrudece una guerra espiritual. Embatallados en El Conflicto de los Siglos, desde la eternidad pasada hasta los tiempos actuales, se están luchando dos fuerzas una contra el otra por la soberanía universal. Este libro se explica cómo inició la guerra, cómo llegará el punto culminante y cómo se terminará. Con desarrollos muy chocantes que pican la mente y despiertan las ascuas del alma, también la obra ilumina la visión y da revelación acerca de la manipulación espiritual, la política mundial, los regímenes represivos, los movimientos religiosos, los derechos y las libertades amenazados y la decodificación del misterio de la profecía.

Se recrudece una guerra espiritual. Embatallados en El Conflicto de los Siglos, desde la eternidad pasada hasta los tiempos actuales, se están luchando dos fuerzas una contra el otra por la soberanía universal. Este libro se explica cómo inició la guerra, cómo llegará el punto culminante y cómo se terminará. Con desarrollos muy chocantes que pican la mente y despiertan las ascuas del alma, también la obra ilumina la visión y da revelación acerca de la manipulación espiritual, la política mundial, los regímenes represivos, los movimientos religiosos, los derechos y las libertades amenazados y la decodificación del misterio de la profecía.

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<strong>El</strong> <strong>Conflicto</strong> <strong>de</strong> <strong>los</strong> Sig<strong>los</strong><br />

<strong>El</strong> Salvador le lleva al árbol <strong>de</strong> la vida, toma su fruto glorioso y se lo ofrece para comer. Adán<br />

mira en torno suyo y nota a una multitud <strong>de</strong> <strong>los</strong> redimidos <strong>de</strong> su familia que se encuentra en el paraíso<br />

<strong>de</strong> Dios. Entonces arroja su brillante corona a <strong>los</strong> pies <strong>de</strong> Jesús, y, cayendo sobre su pecho, abraza al<br />

Re<strong>de</strong>ntor. Toca luego el arpa <strong>de</strong> oro, y <strong>por</strong> las bóvedas <strong>de</strong>l cielo repercute el canto triunfal: "¡Digno,<br />

digno, digno es el Cor<strong>de</strong>ro, que fue inmolado y volvió a vivir!" La familia <strong>de</strong> Adán repite <strong>los</strong> acor<strong>de</strong>s y<br />

arroja sus coronas a <strong>los</strong> pies <strong>de</strong>l Salvador, inclinándose ante él en adoración. Presencian esta reunión<br />

<strong>los</strong> ángeles que lloraron <strong>por</strong> la caída <strong>de</strong> Adán y se regocijaron cuando Jesús, una vez resucitado, ascendió<br />

al cielo <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> haber abierto el sepulcro para todos aquel<strong>los</strong> que creyesen en su nombre. Ahora<br />

contemplan el cumplimiento <strong>de</strong> la obra <strong>de</strong> re<strong>de</strong>nción y unen sus voces al cántico <strong>de</strong> alabanza. Delante<br />

<strong>de</strong>l trono, sobre el mar <strong>de</strong> cristal, —ese mar <strong>de</strong> vidrio que parece revuelto con fuego <strong>por</strong> lo mucho que<br />

resplan<strong>de</strong>ce con la gloria <strong>de</strong> Dios— hállase reunida la compañía <strong>de</strong> <strong>los</strong> que salieron victoriosos "<strong>de</strong> la<br />

bestia, y <strong>de</strong> su imagen, y <strong>de</strong> su señal, y <strong>de</strong>l número <strong>de</strong> su nombre."<br />

Con el Cor<strong>de</strong>ro en el monte <strong>de</strong> Sión, "teniendo las arpas <strong>de</strong> Dios," están en pie <strong>los</strong> ciento cuarenta<br />

y cuatro mil que fueron redimidos <strong>de</strong> entre <strong>los</strong> hombres; se oye una voz, como el estruendo <strong>de</strong> muchas<br />

aguas y como el estruendo <strong>de</strong> un gran trueno, "una voz <strong>de</strong> tañedores <strong>de</strong> arpas que tañían con sus arpas."<br />

Cantan "un cántico nuevo" <strong>de</strong>lante <strong>de</strong>l trono, un cántico que nadie podía apren<strong>de</strong>r sino aquel<strong>los</strong> ciento<br />

cuarenta y cuatro mil. Es el cántico <strong>de</strong> Moisés y <strong>de</strong>l Cor<strong>de</strong>ro, un canto <strong>de</strong> liberación. Ninguno sino <strong>los</strong><br />

ciento cuarenta y cuatro mil pue<strong>de</strong>n apren<strong>de</strong>r aquel cántico, pues es el cántico <strong>de</strong> su experiencia —una<br />

experiencia que ninguna otra compañía ha conocido jamás. Son "éstos, <strong>los</strong> que siguen al Cor<strong>de</strong>ro <strong>por</strong><br />

don<strong>de</strong> quiera que fuere." Habiendo sido trasladados <strong>de</strong> la tierra, <strong>de</strong> entre <strong>los</strong> vivos, son contados <strong>por</strong><br />

"primicias para Dios y para el Cor<strong>de</strong>ro." (Apocalipsis 15: 2, 3; 14: 1-5.)<br />

"Estos son <strong>los</strong> que han venido <strong>de</strong> gran<strong>de</strong> tribulación;" han pasado <strong>por</strong> el tiempo <strong>de</strong> angustia cual<br />

nunca ha sido <strong>de</strong>s<strong>de</strong> que ha habido nación; han sentido la angustia <strong>de</strong>l tiempo <strong>de</strong> la aflicción <strong>de</strong> Jacob;<br />

han estado sin intercesor durante el <strong>de</strong>rramamiento final <strong>de</strong> <strong>los</strong> juicios <strong>de</strong> Dios. Pero han sido librados,<br />

pues han lavado sus ropas, y las han blanqueado en la sangre <strong>de</strong>l Cor<strong>de</strong>ro. "En sus bocas no ha sido<br />

hallado engaño; están sin mácula" <strong>de</strong>lante <strong>de</strong> Dios. "Por esto están <strong>de</strong>lante <strong>de</strong>l trono <strong>de</strong> Dios, y le sirven<br />

día y noche en su templo; y el que está sentado sobre el trono ten<strong>de</strong>rá su pabellón sobre el<strong>los</strong>."<br />

(Apocalipsis 7: 14, 15.) Han visto la tierra asolada con hambre y pestilencia, al sol que tenía el po<strong>de</strong>r <strong>de</strong><br />

quemar a <strong>los</strong> hombres con un intenso calor, y el<strong>los</strong> mismos han so<strong>por</strong>tado pa<strong>de</strong>cimientos, hambre y sed.<br />

Pero "no tendrán más hambre, ni sed, y el sol no caerá sobre el<strong>los</strong>, ni otro ningún calor. Porque el Cor<strong>de</strong>ro<br />

que está en medio <strong>de</strong>l trono <strong>los</strong> pastoreará, y <strong>los</strong> guiará a fuentes vivas <strong>de</strong> aguas: y Dios limpiará toda<br />

lágrima <strong>de</strong> <strong>los</strong> ojos <strong>de</strong> el<strong>los</strong>." (Apocalipsis 7: 14-17.)<br />

En todo tiempo, <strong>los</strong> elegidos <strong>de</strong>l Señor fueron educados y disciplinados en la escuela <strong>de</strong> la prueba.<br />

Anduvieron en <strong>los</strong> sen<strong>de</strong>ros angostos <strong>de</strong> la tierra; fueron purificados en el horno <strong>de</strong> la aflicción. Por<br />

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