19.10.2016 Views

El Conflicto de los Siglos por Elena de White [Nueva Ed.]

Se recrudece una guerra espiritual. Embatallados en El Conflicto de los Siglos, desde la eternidad pasada hasta los tiempos actuales, se están luchando dos fuerzas una contra el otra por la soberanía universal. Este libro se explica cómo inició la guerra, cómo llegará el punto culminante y cómo se terminará. Con desarrollos muy chocantes que pican la mente y despiertan las ascuas del alma, también la obra ilumina la visión y da revelación acerca de la manipulación espiritual, la política mundial, los regímenes represivos, los movimientos religiosos, los derechos y las libertades amenazados y la decodificación del misterio de la profecía.

Se recrudece una guerra espiritual. Embatallados en El Conflicto de los Siglos, desde la eternidad pasada hasta los tiempos actuales, se están luchando dos fuerzas una contra el otra por la soberanía universal. Este libro se explica cómo inició la guerra, cómo llegará el punto culminante y cómo se terminará. Con desarrollos muy chocantes que pican la mente y despiertan las ascuas del alma, también la obra ilumina la visión y da revelación acerca de la manipulación espiritual, la política mundial, los regímenes represivos, los movimientos religiosos, los derechos y las libertades amenazados y la decodificación del misterio de la profecía.

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

<strong>El</strong> <strong>Conflicto</strong> <strong>de</strong> <strong>los</strong> Sig<strong>los</strong><br />

según la ley, ministraban lo que era "la mera representación y sombra <strong>de</strong> las cosas celestiales," y que<br />

"no entró Cristo en un lugar santo hecho <strong>de</strong> mano, que es una mera representación <strong>de</strong>l verda<strong>de</strong>ro, sino<br />

en el cielo mismo, para presentarse ahora <strong>de</strong>lante <strong>de</strong> Dios <strong>por</strong> nosotros." (Hebreos 9: 9, 23; 8: 5; 9: 24,<br />

V.M.)<br />

<strong>El</strong> santuario celestial, en el cual Jesús ministra, es el gran mo<strong>de</strong>lo, <strong>de</strong>l cual el santuario edificado<br />

<strong>por</strong> Moisés no era más que trasunto. Dios puso su Espíritu sobre <strong>los</strong> que construyeron el santuario<br />

terrenal. La pericia artística <strong>de</strong>splegada en su construcción fue una manifestación <strong>de</strong> la sabiduría divina.<br />

Las pare<strong>de</strong>s tenían aspecto <strong>de</strong> oro macizo, y reflejaban en todas direcciones la luz <strong>de</strong> las siete lámparas<br />

<strong>de</strong>l can<strong>de</strong>lero <strong>de</strong> oro. La mesa <strong>de</strong> <strong>los</strong> panes <strong>de</strong> la proposición y el altar <strong>de</strong>l incienso relucían como oro<br />

bruñido. La magnífica cubierta que formaba el techo, recamada con figuras <strong>de</strong> ángeles, en azul, púrpura<br />

y escarlata, realzaba la belleza <strong>de</strong> la escena. Y más allá <strong>de</strong>l segundo velo estaba la santa shekina, la<br />

manifestación visible <strong>de</strong> la gloria <strong>de</strong> Dios, ante la cual sólo el sumo sacerdote podía entrar y sobrevivir.<br />

<strong>El</strong> esplendor incomparable <strong>de</strong>l tabernáculo terrenal reflejaba a la vista humana la gloria <strong>de</strong> aquel templo<br />

celestial don<strong>de</strong> Cristo nuestro precursor ministra <strong>por</strong> nosotros ante el trono <strong>de</strong> Dios. La morada <strong>de</strong>l Rey<br />

<strong>de</strong> reyes, don<strong>de</strong> miles y miles ministran <strong>de</strong>lante <strong>de</strong> él, y millones <strong>de</strong> millones están en su presencia<br />

(Daniel 7:10); ese templo, lleno <strong>de</strong> la gloria <strong>de</strong>l trono eterno, don<strong>de</strong> <strong>los</strong> serafines, sus flamantes<br />

guardianes, cubren sus rostros en adoración, no podía encontrar en la más grandiosa construcción que<br />

jamás edificaran manos humanas, más que un pálido reflejo <strong>de</strong> su inmensidad y <strong>de</strong> su gloria. Con todo,<br />

el santuario terrenal y sus servicios revelaban im<strong>por</strong>tantes verda<strong>de</strong>s relativas al santuario celestial y a la<br />

gran obra que se llevaba allí a cabo para la re<strong>de</strong>nción <strong>de</strong>l hombre.<br />

Los lugares santos <strong>de</strong>l santuario celestial están representados <strong>por</strong> <strong>los</strong> dos <strong>de</strong>partamentos <strong>de</strong>l<br />

santuario terrenal. Cuando en una visión le fue dado al apóstol Juan que viese el templo <strong>de</strong> Dios en el<br />

cielo, contempló allí "siete lámparas <strong>de</strong> fuego ardiendo <strong>de</strong>lante <strong>de</strong>l trono." (Apocalipsis 4: 5, V.M.) Vio<br />

un ángel que tenía "en su mano un incensario <strong>de</strong> oro; y le fue dado mucho incienso, para que lo añadiese<br />

a las oraciones <strong>de</strong> todos <strong>los</strong> santos, encima <strong>de</strong>l altar <strong>de</strong> oro que estaba <strong>de</strong>lante <strong>de</strong>l trono." (Apocalipsis 8:<br />

3, V.M.) Se le permitió al profeta contemplar el primer <strong>de</strong>partamento <strong>de</strong>l santuario en el cielo; y vio allí<br />

las "siete lámparas <strong>de</strong> fuego" y el "altar <strong>de</strong> oro" representados <strong>por</strong> el can<strong>de</strong>labro <strong>de</strong> oro y el altar <strong>de</strong><br />

incienso en el santuario terrenal. De nuevo, "fue abierto el templo <strong>de</strong> Dios" (Apocalipsis 11: 19, V.M.),<br />

y miró hacia a<strong>de</strong>ntro <strong>de</strong>l velo interior, el lugar santísimo. Allí vio "el arca <strong>de</strong> su pacto," representada <strong>por</strong><br />

el cofre sagrado construido <strong>por</strong> Moisés para guardar la ley <strong>de</strong> Dios. Así fue como <strong>los</strong> que estaban<br />

estudiando ese asunto encontraron pruebas irrefutables <strong>de</strong> la existencia <strong>de</strong> un santuario en el cielo.<br />

Moisés hizo el santuario terrenal según un mo<strong>de</strong>lo que le fue enseñado. San Pablo <strong>de</strong>clara que ese<br />

mo<strong>de</strong>lo era el verda<strong>de</strong>ro santuario que está en el cielo. Y San Juan afirma que lo vio en el cielo.<br />

284

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!